El semanario The Economist, con sede en Londres, ha elegido cargar contra España en la
portada de su último ejemplar que ha salido a la venta este sábado.
Sobre una fotografía de un
toro con varias banderillas, situado sobre un terreno yermo, a la palabra Spain (España) se le
está cayendo a S, por lo que el vocablo resultante es pain (dolor).
Siguiendo los pasos del diario francés Liberatión, que el jueves editó una explícita portada en la
que aparecía escrito “¡Perdidos!” sobre la bandera española, el semanario británico apuesta a
que España necesitará un rescate total, basándose en la subida histórica del rendimiento del
bono español a diez años hasta el 7,75% esta semana.
En la página web del medio se ofrece un adelanto del contenido de la publicación impresa,
donde se pueden encontrar frases tan contundentes como
“Si España fuera un paciente, el
ambiente en el hospital se volvería tenso” o "la situación de España es un síntoma de lo mal
que está la zona euro".
“Todo el concepto de los préstamos interbancarios murió tras la quiebra de Lehman
Brothers”
Presumiblemente, The Economist no ha tenido margen de maniobra para modificar sus
contenidos y adaptarlos a la vertiginosa subida vivida la jornada del jueves por el Ibex 35 y el
descenso de 50 puntos de la prima de riesgo española. Este punto de inflexión se produjo tras
las declaraciones del presidente del BCE, Mario Draghi, que afirmó que la institución hará “todo
lo posible por salvar la Eurozona”.
El pasado martes, el diferencial español que cuantifica el rendimiento de los bonos españoles a
10 años alcanzó su máximo histórico, posicionándose en 650 punto, con un interés sobre el 7%,
en lo que los analistas consideran “nivel de rescate”.
El cambio, a la apertura del viernes, la
prima de riesgo de España se posicionaba en los 550 enteros.
Esta complicada semana para España en los mercados ha puesto al país en el punto de mira
de la prensa internacional. El diario uruguayo El Observador o el galo Libération son solo
algunos de los medios extranjeros que ya dan a España por perdida.
The Economist se muestra firme ante sus opiniones sobre el estado financiero de España y la
Eurozona, en cambio, ha pasado por alto en sus portadas- y consecuentemente, como tema
principal de la publicación escrita- un escándalo reciente que afecta al sistema bancario
anglosajón: la manipulación de la tasa Libor.
El escándalo del Libor saltó a la palestra a finales de junio, y supuso la dimisión del presidente y
del consejero delegado del banco británico Barclays, Marius Agnius y Bob Diamond, a
principios de julio. El propio primer ministro británico, David Cameron, puso en marcha una
investigación parlamentaria inmediata, afirmando que “los banqueros que han actuado de forma
impropia deben ser castigados”.
A consecuencia de ello, las agencias de calificación Moody's y Standard & Poor's cambiaron de
“estable” a “negativa” la perspectiva de la entidad. Posteriormente, el escándalo salpicaría al
presidente de la Autoridad británica de servicios financieros (FSA), Adair Turnes; al ex jefe de
operaciones del Barclays, Jerry del Missier; el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn
King; el expresidente de la FED de Nueva Yorkm Timothy Geithner; e incluso a otras
entidades como Crédit Agricole, HSBC, Deutsche Bank y Société Générale. Hasta Ben
Bernanke, presidente de la FED, explicó al Congreso de Estados Unidos que él no tenía “plena
confianza” en el proceso para calcular el Libor, que tildó de “deficiente estructuralmente”.
“Existen pocas transacciones interbancarias que se basen en el Libor”, explican Peter
Eavis y Nathaniel Popper en The New York Times, ya que “desde el inicio de la crisis, diversos
bancos se han conformado con prestar su efectivo a los bancos centrales en lugar de dejarlo a
otras entidades en calidad de préstamo”.
El profesor de finanzas en la londinense en la Cass Business School, Pete Hahn, es más
explícito al considerar que “el Libor está enfocado a un mercado de crédito internacional que ya
ha quedado atrás”, pues “todo el concepto de los préstamos interbancarios murió tras la quiebra
de Lehman Brothers”.
The Economist, en cambio, no ha centrado en el escándalo del Libor ninguno de sus números
impresos.
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