La propuesta de construcción de un nuevo sistema socio-político-económico sobre los principios de
Buen Vivir y el rechazo del modelo neoliberal que llevó a los países industrializados a la opulencia ha
formado la plataforma electoral de los actuales presidentes Correa y Morales. Además, les ha llevado
a destacar a nivel internacional por su liderazgo socio-ambiental y su potencial para construir
alternativas viables al sistema capitalista devastador e insostenible.
Pero mientras las academias europeas se ponían a estudiar y debatir el Buen Vivir, la sociedad civil
de estos países, que tanto apoyó la llegada al poder de los gobiernos “progresistas” y la construcción
(desde lo ancestral) de las propuestas que alimentan la visión moderna de Buen Vivir, se
desilusionaba con las contradicciones que estaban ocurriendo entre el discurso y la práctica. Poco a
poco llegó a ser innegable la orientación de estos gobiernos hacia un modelo neo-extractivista, que
solo contempla unos pocos avances sobre lo que le precedía: el modelo clásico extractivista que,
desde hace 500 años, ha dejado una estela de devastación social y ambiental y una dependencia
económica de los países en la exportación de materiales primas.
Abandono del camino al buen vivir
Los gobiernos progresistas de Latinoamérica, en lugar de realizar una transición para alejarse del
modelo extractivista y la herencia subsecuente de ruina ambiental, exclusión social, desigualdad,
dependencia económica y erosión de soberanía estatal, han optado por el neo-extractivismo. Este
modelo se diferencia de la etapa previa por una mayor participación y regulación por parte del estado:
incremento en regalías recibidas desde las empresas transnacionales y cambios en la redistribución
(principalmente a través de bonos sociales) de las ganancias de la extracción masiva de recursos
naturales no-renovables y no-procesados. (i)
El poder e influencia de las empresas transnacionales y los gobiernos que les apoyan no ha
cambiado mucho, y menos aún el cumplimiento de estas instancias con normativas sociales y
ambientales. A pesar de las políticas de nacionalización de algunas empresas privadas de extracción
y producción, estas siguen apuntando sus ingresos en el corto plazo, basando sus operaciones en la
rápida explotación y exportación del recurso sin invertir en infraestructura o exploración. Además,
siguen disfrutando de condiciones óptimas y preferenciales para su inversión y operación.
Por otro lado, estos gobiernos están cediendo más aún a nuevas influencias que deterioran el marco
normativo de los países, alejándolo del Buen Vivir. Tomando el ejemplo de Bolivia, han creado un
marco normativo favorable para la expansión de la frontera agrícola en la Amazonía, la explotación de
recursos naturales en Áreas Protegidas y la apertura del país a organismos genéticamente
modificados. Todas estas actividades representan un amenaza al logro de principios fundamentales
del Buen Vivir en Bolivia, como los Derechos de la Madre Tierra, la Soberanía y Seguridad
Alimentaria y el Derecho al Agua. (2)
El descontento de la sociedad civil frente a estas violaciones de sus derechos humanos,
constituciones y esfuerzos de construir y vivir formas alternativas se refleja en el creciente rechazo del
modelo neo-extractivista y las discrepancias entre el discurso y las acciones de los gobiernos. La
sociedad civil se está manifestando cuestionando el poder de los líderes con los cuales lucharon en
sus procesos políticos. La respuesta de los gobiernos frente al aumento de la oposición social
confirma su apuesta por el neo-extractivismo y el abandono del camino hacía el Buen Vivir:
criminalizan y deslegitiman todo tipo de oposición de grupos indígenas, movimientos sociales y
ONGs, incrementan el control, monitoreo y censura de estos actores y hasta ejercen la violencia física.
Es más, los criticados bonos sociales, que representan una medida de corto plazo para redistribuir
las ganancias de actividades extractivistas hacía programas sociales, sin enfrentar las causas
estructurales que hacen necesario esas programas, llegan a ser la mayor herramienta de los
gobiernos para defender y justificar el incremento del extractivismo. Mientras, el estado se hunde más
aún en la dependencia de estas actividades a pesar de sus impactos catastróficos sociales y
ambientales. (ii)
Buen vivir aún vigente
A pesar de que los gobiernos de Bolivia y Ecuador han abandonado el camino hacía el Buen Vivir (en
práctica…el discurso sigue), la propuesta del Buen Vivir ha llamado la atención de personas y
movimientos del mundo entero que están en búsqueda de alternativas viables al modelo convencional
basado en el consumismo y crecimiento económico ilimitado.
¿Pero qué es exactamente el Buen Vivir? No hay una sola definición. Como nos muestran claramente
Gudynas y Acosta (2012) (iii) el Buen Vivir es una propuesta en plena construcción que incorpora y
está abierto a una pluralidad de conceptos donde los saberes indígenas se encuentran con la
sociedad occidental.
Existen varias versiones e interpretaciones del Buen Vivir, como las que se encuentran en las
constituciones de Bolivia y Ecuador. Entre los puntos que llevan en común son el enfoque en el
bienestar de las personas y una “plenitud de vida”, la necesidad de convivir con un nuevo tipo de
relación con la Naturaleza que reconoce su valor intrínseco y limitaciones físicas, y de cambiar el rol,
posición y mecanismos del mercado y las formas de relacionarnos económicamente.
Más fácil que definir el Buen Vivir es identificar lo que no es: el Buen Vivir no es un nuevo modelo de
desarrollo, sino una alternativa al desarrollo que va más allá del mismo concepto de desarrollo,
concepto que ha sido degradado y manipulado en los últimos 40 años hasta llegar a su extremo
perverso actual, en el cual sirve como herramienta de empresas transnacionales, instituciones
multilaterales, gobiernos y la élite económica para defender y justificar el consumismo y crecimiento
económico a todo costa. El concepto de desarrollo reaparece cada cierto tiempo junto a nuevos
términos para asociarlo a características de respeto ambiental y social como lo que fue el desarrollo
sostenible y lo que ahora es la Economía Verde.
Economía verde, otra estrategia para enverdecer el extractivismo
Los planes de restructuración económica, la falla de la Responsabilidad Social Corporativa en
garantizar que las empresas transnacionales respeten el medio ambiente, los derechos humanos y
leyes de los países donde operan y el fracaso del llamado “desarrollo sostenible” en mejorar los
problemas de desigualdad, exclusión y pobreza sin empeorar el deterioro del medioambiente
demuestran que los principios neoliberales y el crecimiento económico no llevan al “progreso” que
busca la mayoría. (3)
Sin embargo, a pesar de las obvias y múltiples pruebas, constatadas a lo largo de décadas, que
demuestran que el mercado no representa la solución a las metas sociales de desarrollo ni que el
crecimiento económico, y el consumo ilimitado, son posibles en un planeta con recursos finitos, las
empresas transnacionales, gobiernos y élites que se benefician de estas ideas siguen buscando
nuevas maneras de hacer incuestionable la singularidad del crecimiento económico como solución a
las múltiples crisis a la que nos enfrentamos.
Así que en el mes de junio de 2012 en Río de Janeiro, Brasil, en la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre el Desarrollo Sostenible (Río+20), se buscó aprobar un nuevo término: la “Economía
Verde”. Igual que la Responsabilidad Social Corporativa ha sido utilizado para el lavado verde de las
empresas transnacionales, la “Economía Verde”, pretende hacer lo mismo pero ahora con un
respaldo institucional mucho más extenso: empresas transnacionales, gobiernos, agencias de
cooperación, instituciones multilaterales y hasta la misma ONU.
Estos actores están cada vez más alineados y aliados para garantizar las ganancias y aumentar el
poder del sector privado. A través de los mecanismos de la “Economía Verde”, como la valorización y
la internalización de “Capital Natural” en la economía (léase mercantilización y privatización de la
naturaleza y servicios ambientales), inversiones en nuevas “Tecnologías Verdes” (con enormes
riesgos ambientales) y un enfoque en la reducción de emisiones (sin priorizar el equilibrio ecológico)
estos poderes económicos renovarán el modelo que les mantienen, a la vez de aumentar su potencial
para nuevas ganancias desde la explotación y privatización de la naturaleza e inversiones en el sector
verde. (iv)
Brasil es un actor crucial en Latinoamérica y el mundo en la conformación y promoción de las
propuestas que componen la “Economía Verde” a la vez de jugar el rol de modelo para la puesta en
práctica de los principios de este nuevo concepto. El modelo que está implementando Brasil ha
permitido que sea una potencia económica en América Latina (aunque también ha determinado que
sea el país con mayor desigualdad en la región) y está resultando en una serie de catástrofes
ambientales y sociales. (4)
Además, para poder satisfacer la demanda insaciable de recursos naturales y energía que alimenten
sus industrias y mercados, Brasil (y China 5) está ejerciendo su influencia, conjuntamente con
empresas brasileras, bancos de desarrollo e instituciones multilaterales, sobre los demás países de la
región. Sus políticas en América Latina incluyen la apertura de mercados a productos brasileros, la
promoción y financiamiento de una serie de megaproyectos para la generación de energía y
transporte de productos, la expansión de la frontera agrícola y el acceso a materias primas.
El requerimiento de Brasil de grandes cantidades de materias primas y el impulso de las
mencionadas políticas incentivan a países como Bolivia y Ecuador a seguir basando sus economías
en el neo-extractivismo, en detrimento de sus sociedades, el medioambiente y el avance hacia el
concepto suscrito por estos gobiernos, el Buen Vivir. (6)
La viabilidad del buen vivirFrente a los escenarios de la Economía Verde, la presión desde Brasil y la tendencia de los gobiernos progresistas de abandonar sus discursos y principios a favor del neo-extractivismo, existe la urgente necesidad de una población concientizada y movilizada para rechazar todo aquello que favorece este modelo: el consumismo ilimitado y el crecimiento económico a todo costa. Es necesaria una población lista para construir y llevar adelante nuevas alternativas viables más allá del concepto de desarrollo, como es el Buen Vivir. La viabilidad del Buen Vivir viene de su capacidad de ir más allá del crecimiento económico como sinónimo, mecanismo e indicador del desarrollo y de aceptar la realidad y limitaciones físicas de los ecosistemas y el carácter finito de los recursos naturales de nuestro planeta. Su viabilidad, igualmente, viene de su capacidad de reconocer que la diversidad no solo es importante en la Naturaleza, sino en nuestras sociedades y culturas también. Su base se asienta en la priorización del equilibrio con la Naturaleza, el respeto a los Derechos Humanos y la redefinición de la relación con el mercado. Por ello, el Buen Vivir nos ofrece la flexibilidad de construir alternativas desde el nivel local y regional. Quizás más importante que la potencia y potencial conceptual del Buen Vivir es su viabilidad de llevar el debate a la práctica. (v) En Bolivia, Ecuador y varios otros países de Latinoamérica y el mundo, movimientos sociales, pueblos indígenas y comunidades conscientes están llevando a la práctica alternativas que entran dentro del marco del Buen Vivir. Entre estas alternativas existen modelos de gestión de recursos naturales locales, modelos locales/regionales de producción y consumo de alimentos ecológicos, la revalorización y uso de saberes tradicionales y ancestrales, el trueque, redes de apoyo mutuo comunitario basado en necesidades locales y la provisión de servicios básicos (educación, salud, etc.), la formación de cooperativas comunitarios industriales y para servicios financieros, etc. Lamentablemente, la sostenibilidad en el largo plazo de cada una de estas alternativas está amenazada por la invasión continua del modelo capitalista y sus intentos de maquillarse con el nuevo paquete de la “Economía Verde”, lo cual no propone los cambios estructurales necesarios para tratar los temas de fondo de las múltiples crisis. También, los mismos gobiernos “progresistas”, a pesar del discurso en favor del Buen Vivir, una propuesta que rechaza el crecimiento económico como indicador del bienestar de la población, en la práctica siguen favoreciendo los intereses que promueven y benefician únicamente de este modelo. Los gobiernos de Bolivia y Ecuador se alejan cada vez más de su retórica y dependen económicamente en la extracción y exportación de sus recursos naturales, lo cual significa la continuación del saqueo y devastación que empezó con la llegada de la colonia española hace más de 500 años. Lo bueno es que los círculos de debate y construcción ya existen y la comunidad internacional está debatiendo la propuesta del Buen Vivir, lo cual facilita un idioma y unos conceptos en común para construir propuestas y alternativas entre sociedades y tiempos, empoderando la construcción de modelos desde lo local, Muchas propuestas nacen como resistencia o como forma de sobrevivir frente al modelo actual, pero todos van creciendo y adquiriendo apoyo e iniciativa propia.
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