“Argentina e Islandia demuestran que hay vida después de la muerte”. Esta frase resume en gran
parte la disertación que ofreció ayer el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, en la cual se
refirió a las lecciones de la crisis, el manejo de la misma por parte de Europa y puso a Argentina
como ejemplo tras la devaluación y la reestructuración de su deuda. Además, aconsejó tomar algunas
medidas si se quiere salvar el euro, pero no consideró errado salir de la moneda única.
El economista, de reconocida extracción neokeynesiana, estuvo ayer en Córdoba para recibir el título
de doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba y disertó en el Pabellón Argentina
ante un colmado auditorio.
El reconocimiento fue entregado por la rectora Carolina Scotto, quien estuvo acompañada por la
vicerrectora Hebe Goldenhersh, el decano de la Facultad de Ciencias Económicas, Francisco
Echegaray, el ex decano, Alfredo Blanco, y el titular del Instituto de Economía y Finanzas, Ernesto
Resk.
Stiglitz criticó a quienes toman decisiones políticas en Europa. Remarcó que la que se vive desde
2008 es mucho más que una crisis financiera, “es el resultado de la incapacidad de la economía de
hacer los ajustes necesarios frente a la nueva estructura productiva”.
“Las políticas económicas pueden exacerbar los problemas económicos.
Las consecuencias de
estos desastres se van a sentir en el resto del mundo, hasta en América latina”, subrayó.
“Lo lamentable de Europa es que los políticos no reconocen las fallas fundamentales del euro al
establecer rigideces que hacen difícil el ajuste”, dijo. Y criticó: “Alemania se ha enfocado en un solo problema: el exceso en los gastos estatales. A todos
nos gusta sermonear. Este diagnóstico es desacertado porque no tiene en cuenta que el problema es
sistémico”. “Le dicen a España y Grecia que tienen que gastar menos, pero eso no resuelve los
problemas”, agregó. “No hay ninguna economía grande que se haya recuperado de una baja
económica con austeridad”, ponderó.
Para salvar al euro, Stiglitz recomendó revertir la austeridad para impulsar el crecimiento; crear un
sistema financiero estable; un mercado laboral y de capitales más eficiente; y corregir la cuestión de
la deuda. “El sistema capitalista debería tener un sistema de quiebra”.
De todos modos, como los líderes europeos no están tomando esta dirección, cree que el euro
llegará a su fin, tal como hoy se lo conoce.
“El proceso de desintegración va a ser traumático, pero puede ser preferible ante la perspectiva de
depresión, como tiene España”, subrayó.
Sugirió que la forma más fácil de salir del euro es que Alemania se vaya, no España o Grecia. “Así,
los otros países verían disminuir su tipo de cambio (euro), exportarían más, comenzarían a crecer,
tendrían más ingresos y su deuda (en euros) sería más manejable si la reestructuraran.
A Alemania
también le convendría porque el nuevo marco valdría más que el euro”, consideró. “En cambio, si
salieran España y Grecia, su problema sería mayor, porque su deuda en euros sería más cara en
términos de sus nuevas monedas”, explicó.
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