El pasado fin de semana, Mariano Rajoy convocó a los medios de comunicación en el Salón de
Columnas del Palacio de la Moncloa con motivo de la ayuda europea a los bancos españoles, justo
antes de volar hacia Polonia para presenciar en directo el debut de la Selección en la Eurocopa. El
presidente se esforzó en comunicar que el trabajo estaba hecho, que el crédito suponía el pitido final
del agónico partido que la economía española llevaba semanas jugando en Europa. Sin embargo, la
escalada de la prima de riesgo y del bono a diez años han dejado claro que España aún no puede
respirar aliviada: mientras la Selección afrontaba su segunda cita, el partido económico se iba a la
prórroga.
Así lo afirmó el prestigioso semanario británico ‘The Economist’, que dedicó este jueves un largo
reportaje a la situación económica española en un repaso que no deja a nadie en buen lugar. Desde
el desencuentro entre Rajoy y Barroso sobre quién presionó a quién a los famosos “hombres de
negro” negados por Montoro, ningún acontecimiento reciente se queda fuera. Sin olvidar el ya célebre
SMS del presidente del Gobierno afirmando que “España no es Uganda” y que ha sido repetido en la
prensa internacional, que ha llegado incluso a hacer sangre con las comparaciones entre ambos
países.
De la burbuja inmobiliaria a las fusiones de cajas
El semanario británico se recrea con todo detalle en el largo camino de la crisis española, haciendo
especial hincapié en la “sobrebancarización” de un país que llegó a tener una sucursal por cada mil
habitantes. Las crítica es especialmente dura con las entidades cuyo “miedo a admitir pérdidas”
supone un freno para que los precios de las viviendas bajen en la misma proporción que lo hicieron en
Irlanda. Tampoco José Luis Rodríguez Zapatero queda fuera del blanco de ‘The Economist’, que
afirma que “tuvo muchas oportunidades para limpiar el sistema financiero, pero en lugar de recorrer
ese camino prefirió arrastrar los pies”.
El dedo se hunde especialmente en la llaga de las cajas, “controladas por barones regionales que las
utilizaban para su beneficio político”, cuya gestión fue “un fracaso de dimensiones épicas” y donde “la
norma eran las grandes retribuciones y los pactos dorados”.
Un repaso puntuado por notas de color
como el caso de Isabel Cambronero, bailarina profesional y miembro de la comisión de control de la
CAM que afirmó que “nadie les dijo que hubiera una crisis”. Respecto al proceso de fusiones de
cajas, ‘The Economist’ sentencia que solo ha servido para sumar sus respectivos problemas, siendo
Bankia el ejemplo más evidente.
El reportaje destaca que el préstamo europeo de hasta 100.000 millones no sirve para romper el
círculo vicioso en el que España y sus bancos se han visto atrapados. Con la fuga de inversores
extranjeros, las entidades nacionalizadas están comprando cada vez más deuda pública, y “cuanto
más huyen los inversores, menos sostenible es el sistema”. Además, aunque los bancos se
encuentren algo mejor, “tienen demasiado miedo a correr riesgos como para conceder créditos
a empresas que podrían crecer”.
Con España sufriendo en los mercados y unas elecciones griegas que podrían intensificar la agonía
de la ‘zona euro’, el ánimo del país solo cuenta con la Selección de fútbol para abrir algún puntual
paréntesis de alivio. Sin embargo, el partido que realmente importa se ha ido a la prórroga. Nadie
quiere pensar en la posibilidad de los penaltis.
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