lunes, 23 de julio de 2012

Europa en Crisis

La Unión Europea está compuesta por 27 países; de ellos, 17 son parte de la eurozona, que es una unión monetaria pero no fiscal; esto significa lo siguiente: en primer lugar, los países miembros de la eurozona utilizan al euro como moneda común, que reemplaza a la moneda que tenían;1 en segundo lugar, la política monetaria es decidida por el Banco Central Europeo (nivel central), mientras que la política fiscal es diseñada e implementada a nivel de cada país; en otras palabras, los países a nivel individual tienen política fiscal pero no monetaria, pues esta última es implementada por un banco central común a los 17 países miembros.
 Los 10 países que son parte de la Unión Europea y no de la eurozona tienen política monetaria y fiscal; entre ellos se encuentra Reino Unido.2 En tercer lugar, el Tratado de Maastricht de 1992, estableció los requisitos que debía cumplir un país para ser miembro de la eurozona, llamados criterios de convergencia, entre los que destacaban, un déficit fiscal menor que 3% del PBI y una deuda pública menor que 60% del PBI, ambos en el año previo a ser admitido. La crisis europea es noticia desde 2010; toda crisis tiene un período de gestación y puede ser gatillada por problemas internos o eventos externos. 
Lo cierto es que tiene varios elementos: En primer lugar, el que más destaca y tiene nerviosos a los inversionistas es el problema de la deuda soberana (ver entrega anterior). A excepción de Finlandia y Eslovaquia, los restantes 15 países de la eurozona tienen un nivel de deuda pública mayor que 60% del PBI, que como se ha visto era el requisito para ser miembro de la unión monetaria. Grecia (160%), Italia (120%), Portugal (110%) e Irlanda (105%) exceden al 100% del PBI. Bélgica, (99%), Francia (85%) y Alemania (82%) presentan deudas mayores que 80% del PBI. Vale la pena mencionar que la inflación en todos los países está bajo control, lo que demuestra que en el plano monetario, la eurozona sí ha funcionado; el problema está en el fiscal. En segundo lugar, el déficit fiscal, es decir, el exceso de gasto público sobre ingresos públicos medido como proporción del PBI, es 9.1% en Grecia, 13.1% en Irlanda, 8.5% en España y 4.2% en Portugal. Ciertamente el déficit fiscal y la deuda pública están relacionados: los gobiernos se endeudan para cubrir el déficit fiscal, entiéndase para poder gastar por encima de sus ingresos. En tercer lugar, el lento crecimiento. Los 17 países de la eurozona, en promedio, experimentaron una caída en el PBI de -0.3% el cuarto trimestre de 2011 y 0.0% en primer trimestre de 2012. El crecimiento económico, entendido como el aumento en el PBI, genera los recursos para poder pagar la deuda pública a través de la mayor recaudación. Nótese que si el PBI aumenta, la relación deuda/PBI disminuye, pues el gobierno tiene mayor capacidad de pago. Más aún, las proyecciones son negativas, pues en la mayoría de los países se están aplicando programas de austeridad o reducción en el gasto público para cerrar el déficit fiscal. En cuarto lugar, el lento crecimiento se explica en gran parte por un problema de competitividad, en especial en las economías de la periferia de la eurozona. En términos relativos, es más caro producir y por lo tanto competir en los mercados externos. De ahí la insistencia de varios organismos y países como Alemania, por la implementación de reformas para aumentar la competitividad. El aumento en costos laborales en los últimos quince años ha sido mayor en Grecia, España, Portugal, Irlanda e Italia, con relación a Alemania y Francia. En quinto lugar, el elemento detonante no ha sido el mismo en todos los países. Irlanda y España experimentaron un boom crediticio y una burbuja inmobiliaria entre 2003 y 2008, cuyo colapso determinó una crisis bancaria. En el caso español se agrava porque los bancos españoles son acreedores del gobierno, es decir, compraron bonos del Estado. 
Por lo tanto, si el gobierno no tiene cómo pagar agrava la situación de los bancos; de ahí que en España exista una crisis fiscal y una crisis bancaria. El caso griego amerita un párrafo aparte, pues el gobierno griego falseó las cifras del déficit fiscal y la deuda; en 2009 el nuevo primer ministro mostró las cifras reales y el pánico fue solo cuestión de meses. En otros países la crisis financiera de los Estados Unidos de 2008 sirvió de detonante. Como consecuencia de la recesión originada por la crisis, los problemas de desempleo fueron la manifestación social más grave. La tasa de desempleo en España y Grecia ronda el 25% de la población activa, mientras que la tasa de desempleo juvenil (entre 18 y 25 años de edad) gira en torno de 50%. Quedan claras por lo menos dos conclusiones preliminares; la primera, es que la eurozona tiene un problema de diseño institucional. A la unión monetaria debió seguirle la unión fiscal, pero ello está enfrentando problemas políticos, pues no todos están de acuerdo. En segundo lugar, la respuesta frente a la crisis ha sido la austeridad para reducir el déficit fiscal. La larga historia del Estado de bienestar europeo ve ahora recortado el gasto público y social.
 El resultado ha sido el rechazo manifestado en diversas elecciones presidenciales y parlamentarias en diversos países, como Francia y Países Bajos. Hoy Europa está dividida entre aquellos que señalan el recorte de gastos como única opción frente a los que abogan por un aumento en el mismo como impulsor del crecimiento. Sin embargo, en cualquier camino, las reformas estructurales son clave.

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