sábado, 21 de julio de 2012

Los países emergentes necesitan 675.000 millones en infraestructuras

Los países emergentes siguen intentado tirar del carro de una economía mundial estancada, pero su crecimiento se enfrenta a numerosas incertidumbres que, bien resueltas, pueden convertirse en una oportunidad de reactivación global y de inversión privada. Y es que estas economías emergentes necesitan inversiones en infraestructuras por un valor aproximado de 674.429 millones de euros para poder seguir apuntalando su desarrollo. Según revela el informe «Contenido piensa-actúa: nuevo pensamiento para la toma de decisiones», elaborado por la consultora Roland Berger, la mayor parte del crecimiento mundial se produjo en países emergentes: entre 2005 y 2010, el PIB europeo solo creció un 0,8% anual, mientras que en Asia fue de un 5%, y en África, Oriente Medio y América Latina de un 4%. Sin embargo, sin una inversión importante en infraestructuras, la maquinaria emergente está condenada a echar el fdreno 
En concreto, Roland Berger estima que esta inversión es especialmente necesaria para el suministro de electricidad (251.274 millones de euros), el de agua y alcantarillado (157.737 millones de euros), transporte (129.186 millones de euros), telecomunicaciones (64.204 millones de euros) y sistemas de irrigación (30.103 millones de euros). Según el estudio, solamente el 60% de la población en África tiene acceso a agua limpia, el 88% en el sureste asiático y el 95% en Asia central. En lo que a suministro eléctrico se refiere, tan solo el 30% de los africanos tiene electricidad, comparado con el 62% de los habitantes del sureste asiático y el 93% de América Latina. «Países con tantas carencias en infraestructuras tendrán que enfrentarse, tarde o temprano, a sus limitaciones para crecer», explica Hakim El Haroui, socio de la oficina de París de Roland Berger, y responsable de elaborar el informe y presentarlo ante el G-20. «Muchos países producen hasta un 45% menos si carecen de unas infraestructuras completas y de calidad», añade El Haroui. 
Una oportunidad de inversión El informe revela que entre un 70% y un 80% de los grandes proyectos de infraestructura en todo el mundo están financiados por el sector público. Sin embargo, actualmente los gobiernos se enfrentan a importantes problemas de liquidez, lo que limita grandes inversions públicas de capital: un mayor desarrollo de la infraestructura peligra, y la productividad nacional se está estancando. Países con un Producto Nacional Bruto bajo deben invertir cerca del 7,5% de su PIB en nueva infraestructura, frente al 2,5% que están invirtiendo. «Se necesitan urgentemente inversores internacionales para grandes proyectos de infraestructuras, con el fin de asegurar el crecimiento y la prosperidad de muchos países», explica Gustavo Lopes da Silva, socio responsable de Infraestructuras de Roland Berger en España y Portugal. «Las empresas deberían sobreponerse al miedo de asumir grandes riesgos, ya que en muchos casos no está fundamentado», añade Lopes da Silva. Según el estudio, hacen falta importantes cantidades de capital inicial para grandes proyectos, y lo que preocupa a los inversores privados es la planificación a largo plazo que ello requiere, ya que las condiciones del mercado cambian a lo largo del ciclo de vida de un proyecto. Además, el inversor debe enfrentarse a otros obstáculos, tales como costes desproporcionados y retrasos a la hora de llevar a cabo proyectos. «Por encima de los riesgos comerciales, son los riesgos a nivel de cada país los que preocupan al inversor extranjero. A menudo, los inversores privados se dejan influenciar por calificaciones y análisis de mercado que subestiman seriamente a naciones emergentes», explica Lopes da Silva. Los costes de crédito en África, por ejemplo, se calculan asumiendo que el 15% de los préstamos no serán productivos, cuando en realidad tan solo el 8% de los créditos no son pagados. Esta percepción errónea del riesgo le cuesta a África cerca de 9.000 millones de dólares. «El modelo de colaboración público-privada es la mejor manera de asegurar inversiones esenciales en infraestructuras de cara al futuro», concluye Lopes da Silva.

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