Los test de estrés abren un nuevo calendario de reestructuración para el sector financiero, en función de
la solvencia de cada entidad.
Visos de esperanza para la banca (y la economía) española. La publicación, el jueves, de los test de estrés
realizados por las evaluadoras Oliver Wyman y Roland Berger revelaron que el conjunto del sector financiero
tendría un déficit de capital de 62.000 millones de euros en un escenario económico semiapocalíptico. El hecho
de que la cifra sea, con mucho, inferior a los 100.000 millones que Bruselas está dispuesta a poner sobre la
mesa, parece haber contentado a los mercados que, al menos el viernes, reaccionaron con compras masivas de
títulos bancarios. Y, sin embargo, la luz queda aún muy al final del túnel. La estimación de las evaluadoras
externas o incluso la petición oficial del rescate europeo, prevista para este lunes, no son más que el primer
paso del nuevo calendario que se dibuja para el sector.
Antes de cantar victoria, para empezar, faltan por conocerse los detalles de la ayuda financiera comunitaria. El
coste del crédito -con un interés estimado entre el 3% y el 4%-, las condiciones macroeconómicas que le
acompañen, la incógnita de si la inyección procederá del fondo temporal (FEEF) o del permanente (MEDE) e
incluso la posibilidad -remota- de que la inyección se haga directamente a las entidades y no al Estado, siguen
en el aire y no se concretarían hasta la publicación del memorándum del rescate (MoU), dentro de un mes. Será
poco después, el 31 de julio, cuando las cuatro auditoras (Deloitte, PwC, Ernst & Young y Deloitte), coordinadas
por Boston Consulting Group, emitan su escrutinio, este sí exhaustivo e individual, de las cuentas, agujeros, y
déficit de capital de las entidades financieras. Economía, no obstante, asegura que la cifra de 62.000 millones
no se superará tras estas pruebas adicionales.
Será con estas cifras concretas con las que cada banco y caja deberá diseñar un nuevo plan estratégico con el
que reforzar su solvencia, en caso necesario, y entregarlo en septiembre.
ara algunas de ellas, tal y como
adelantaron el jueves desde Economía, será fácil y bastará con seguir adelante con su modelo de negocio. Este
es el caso de las tres grandes del sector. Otras, sin embargo, deberán hacer los deberes si quieren mantener su
autonomía: desinvertir, redimensionarse o casarse con un socio más poderoso. Lo que haga falta para cumplir
con Bruselas en un plazo de nueve meses.
Si no resultan convincentes, será Europa quien venga a buscarles
con una inyección de ayudas y un paquete de condiciones adicional (cierre de oficinas, salida de empleados...).
Las entidades nacionalizadas, por su parte, podrán solicitar la inyección europea de forma inmediata.
La estimación de Economía es que una vez superado este nuevo sacrificio, la banca española habrá acometido
un saneamiento equivalente al 25% del PIB del país (250.000 millones de euros) desde el inicio de la crisis.
El horizonte final para que el sector pugne de nuevo por merecer aquella denostada etiqueta de "la banca más
solvente del mundo" o, al menos, para volver a ser una que dé crédito, no se vislumbra para antes de mediados
de 2013. Un plazo extenso para un reto que debe acometerse en mitad una crisis que avanza y muta a
velocidad de vértigo.
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