A pesar de argumentos de crecimiento vertiginoso de representantes de empresas y gobiernos
latinoamericanos que buscan atraer inversión a sus países, el auge económico de América Latina
es cosa del pasado, advierte José Antonio Ocampo, miembro del Comité de Pensamiento Global
de la Universidad de Columbia y ex Subsecretario para Asuntos Económicos y Sociales de las
Naciones Unidas.
Para el economista colombiano, que hace poco se postuló a la dirección del Banco Mundial, la
región no ha regresado a las condiciones dinámicas que marcaron un crecimiento récord entre
2003 y 2007. "No creo que haya oportunidad de repetir eso a mediano plazo", señaló, en el marco
de una conferencia en Nueva York organizada por la Asociación de países Andinos y Estados
Unidos.
"Estamos atravesando una coyuntura complicada debido a las turbulencias que están afectando el
mundo".
Ocampo se refiere a la crisis de deuda de Europa y a la desaceleración de China. Según
sus cálculos, la región está promediando en la actualidad un crecimiento de 3,5%, lo cual es
"bueno y sostenible", pero América Latina, en su opinión, debería apuntar a una expansión de 5%,
que fue más o menos el nivel registrado antes de que se desatara la crisis financiera de 2008.
Durante ese período, la región demostró (con un menor nivel de deuda, unas mayores reservas de
divisas y políticas monetarias más coherentes) que estaba mejor preparada para resistir los
coletazos de una crisis financiera internacional. No obstante, no salió ilesa. Países como México y
Venezuela se vieron particularmente afectados.
Poco más de tres años después, según Ocampo, las señales no son muy alentadoras. "La
recuperación se está estancando", dice. Además de un crecimiento débil, otro fenómeno que se
está viendo es que es "muy voluble".
Cabe anotar, agrega el economista, las diferencias entre Sudamérica, que está en una mejor
situación gracias a que es una región productora de commodities, y México y América Central,
que han experimentado tasas de expansión más bajas, e incluso contracción.
Aunque tiene implicaciones en América Latina, para Ocampo la gran preocupación no debería ser
la crisis de deuda de Europa, pues ésta no ha afectado hasta ahora los commodities y es de
esperar que los líderes del bloque hagan todo lo posible por salvar la unión monetaria. "Puede ser
tarde, puede ser después de mucha incertidumbre, pero no creo que se registre un colapso del
euro... Todo el mundo va a colaborar para evitar ese escenario", confía el economista.
Lo que hay que mirar, en su opinión, es qué pasa con EE.UU. y con China. Y en este caso, Europa
tendría un mayor impacto en América Latina en la medida en que afecte a EE.UU. y China.
"Para mí el mayor problema en el caso estadounidense es el fiscal, que no se ha resuelto...
Y en el
caso de China, existen unos tremendos desequilibrios estructurales" que no le han permitido
sostener los espectaculares niveles de expansión de los que gozó hasta hace poco.
Ocampo
subraya que el consumo privado en China es de cerca del 35% del PIB, mientras que la inversión
estatal contribuye a casi 50% del PIB. "Esto es completamente anormal… una tasa de 50% de
inversión es insostenible".
Para Ocampo es completamente factible que China se desacelere a un tasa de 5% en un lapso de
tres años y, en ese escenario, las materias primas, y por ende Sudamérica, estarán en problemas
debido al peso que tiene China en los precios internacionales de los recursos naturales del mundo.
De hecho, Ocampo destaca el desequilibrio comercial entre los países latinoamericanos y Beijing.
"China exporta a América Latina casi de todo y la región exporta a China básicamente cinco
productos: crudo, cobre, mineral de hierro, soya y pulpa (celulosa)"
Ante este panorama tan incierto, Ocampo cree que la salida de los países latinoamericanos es el
desarrollo de sus mercados internos, lo cual puede hacerse incluso a nivel regional a través de una
mayor integración, y una mayor inversión en educación y tecnología para competir en la arena
global.
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