Volviendo a Hegel para superarlo es necesario afirmar que la marcha de la libertad que él suponía
avanzando desde “Oriente” (entendido como la periferia del mundo occidental-moderno) para
realizarse plenamente en Occidente en realidad avanza desde el subsuelo del mundo y puede
llegar a dar un salto gigantesco aplastando, desbordando a los baluartes de la opresión
occidental, irrumpiendo como una ola universal de pueblos insurgentes.
El primer fantasma fue europeo de cuerpo y alma y dio su última batalla en 1871 en la Comuna de
París.
El segundo fantasma asumió una envergadura planetaria, levantó su bandera roja en Rusia
y China alentando un amplio espectro de rebeliones periféricas, tenía un cuerpo universal pero su
cabeza estaba impregnada de ilusiones progresistas occidentales (el tecnologismo, el aparatismo,
el estatismo, el consumismo). Su fecha o período de defunción podemos fijarla entre 1978 cuando
China ingresa en la vía capitalista y 1991 (derrumbe de la URSS).
Lo que necesita el siglo XXI es el desarrollo de un tercer fantasma revolucionario, completamente
desoccidentalizado, es decir negador absoluto de la modernidad burguesa y por consiguiente
universal de cuerpo y alma, anticapitalista radical, construyendo la nueva cultura postcapitalista a
partir de la confrontación intransigente con el sistema.
Heredando los antiguos combates,
levantando la bandera multicolor de la rebeldía de todos los pueblos esclavizados del planeta, de
sus identidades aplastadas, sumergidas convertidas gracias a sus combates en contraculturas
opuestas al capitalismo.
En suma la emergencia, la avalancha plural de pueblos sometidos, de la humanidad verdadera,
liberada (en proceso de emancipación) de la prehistoria, de la historia inferior del hombre enemigo
de su entorno ambiental, del espacio que le permite vivir, y en consecuencia del hombre enemigo
de si mismo.
No se trata de una utopía universal única apuntando a una humanidad homogénea sino de una
amplia variedad de utopías comunitarias ancladas en identidades populares específicas
interrelacionadas conformando un gran espacio plural marcado por la abolición de las clases
sociales y del estado.
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