Es posible abordar la historia de la civilización burguesa, su gestación, ascenso y decadencia,
desde tres visiones de largo plazo.
La primera de ellas enfoca una trayectoria de aproximadamente 500 años. Arranca a entre fines
del siglo XV y comienzos del siglo XVI europeo con la conquista de América y el pillaje de sus
riquezas generando un derrame de oro y plata sobre las sociedades imperiales europeas.
impulsando su expansión económica y transformación burguesa.
Luego del primer atracón (siglo XVI) llegó el tiempo de la digestión y de la desestructuración de los
bloqueos precapitalistas y de la emergencia de embriones sólidos del estado y de la ciencia
modernos y de núcleos capitalistas emergentes, todo ello expresado como “larga crisis del siglo
XVII”.
Al comenzar el siglo XVIII esas sociedades ya estaban culturalmente preparadas para la gran
aventura capitalista. Su despegue estuvo marcado por una crisis de mediana duración entre fines
del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX marcada por la revolución industrial inglesa, la revolución
francesa y las guerras napoleónicas. Fue atravesando todo el siglo XIX al ritmo de las expansiones
coloniales y neocoloniales y las transformaciones industriales y políticas.
En torno de 1900 el capitalismo, con centro en Occidente, había establecido su sistema imperial a
nivel planetario.
Hasta llegar a la primera guerra mundial que señala el fin de la juventud del sistema
y el inicio de una nueva crisis de mediana duración entre 1914 y 1945, punto de inflexión entre la
etapa juvenil ascendente y una era de turbulencias que empiezan a mostrar los límites históricos
de un sistema que dispone de recursos (financieros, tecnológicos, naturales, demográficos,
militares) como para prolongar su existencia en medio de amenazas como la aparición de la Unión
Soviética, luego la revolución china, etc.
Y después de una recomposición que trae la prosperidad a un capitalismo amputado, acosado
(entre fines de 1940 y fines de los años 1960) el sistema ingresa en una crisis larga (que consigue
atrapar a los grandes ensayos proto socialistas: la URSS y China) que se prolonga hasta el
presente.
Esta última etapa, que ya dura más de cuatro décadas se caracteriza por el descenso
gradual zigzageante y persistente de las tasas globales de crecimiento económico
sobredeterminado por la desaceleración de las economías imperialistas (en primer lugar los
Estados Unidos) y por el incremento de las más diversas formas de parasitismo (principalmente el
financiero)
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