De este proceso forma parte la mutación del núcleo dirigente del capitalismo mundial en un
conglomerado de redes parasitarias mafiosas, una de cuyas características psicológicas es el
acortamiento temporal de expectativas, cortoplacismo que lo conduce hacia una creciente crisis
de percepción de la realidad. El negocio financiero en tanto cultura hegemónica del mundo
empresario, el gigantismo tecnológico (especialmente su capítulo militar), la súper concentración
económica y otros factores convergentes impulsan esta desconexión psicológica liberando una
amplia variedad de proyectos irracionales que sirven como apoyatura de políticas económicas,
sociales, comunicacionales, militares, etc (el cuerpo parasitario engorda y la mente racional del
obeso se contrae). La élite global dominante (imperialista) se va convirtiendo en un sujeto
extremadamente peligroso empecinado en el empleo salvador de lo que considera su instrumento
imbatible: el aparato militar (aunque experiencias concretas como en el pasado su derrota en
Vietnam y actualmente el empantanamiento en Afganistán demuestran lo contrario).
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