miércoles, 9 de enero de 2013

Tres enfoques convergentes - VI

El colonialismo-imperialismo y el estado moderno han sido en términos históricos pilares esenciales de la construcción de la civilización burguesa. Sobre los antecedentes coloniales del capitalismo no hay mucho más que agregar. Respecto de la relación estado-burguesía es evidente sobre todo a partir del siglo XVI en Europa la estrecha interacción entre ambos fenómenos, no es posible entender el ascenso del estado moderno sin el respaldo financiero y de toda la articulación social emergente de la naciente burguesía cuyo nacimiento y consolidación hubieran sido imposibles sin el aparato de coerción y el espacio de negocios ofrecido por las monarquías militaristas. 
Y tambié es necesario tomar en cuenta el mutuo respaldo legitimador, cultural, social que permitió a ambos crecer, transformarse hasta llegar a la instauración del capitalismo industrial y su contraparte estatal, la historia de la modernidad nos sugiere tratarlos como partes de un único sistema (heterogéneo) de poder. Hacia el final, en la fase descendente del capitalismo sesgada por la financiaización integral de la economía, el Estado (en primer lugar los estados de las grandes potencias) también se financiariza, se va convirtiendo en una estructura parasitaria (un componente de las redes parasitarias), entra en decadencia. La convergencia de numerosas “crisis” mundiales puede indicar la existencia de una perturbación grave pero no necesariamente el despliegue de un proceso de decadencia general del sistema. 
La decadencia aparece como la última etapa de un largo súper ciclo histórico, su fase declinante, su envejecimiento irreversible (su senilidad). Extremando los reduccionismos tan practicados por las “ciencias sociales” podríamos hablar de “ciclos” parciales: energético, alimentario, militar, financiero, productivo, estatal y otros, y así describir en cada caso trayectorias que despegan en Occidente entre fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX con raíces anteriores e involucrando espacios geográficos crecientes hasta asumir finalmente una dimensión planetaria para luego declinar cada uno de ellos. La coincidencia histórica de todas esas declinaciones y la fácil detección de densas interrelaciones entre todos esos “ciclos” nos sugieren la existencia de un único súper ciclo que los incluye a todos.

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