miércoles, 9 de enero de 2013

Tres enfoques convergentes - V

El progreso técnico integra así el proceso de autodestrucción general del capitalismo (es su columna vertebral) en la ruta hacia un horizonte de barbarie. No se trata de la incapacidad del actual sistema tecnológico para seguir desarrollando fuerzas productivas sino de su alta capacidad en tanto instrumento de destrucción neta de fuerzas productivas. Se confirma así el sombrío pronóstico formulado por Marx y Engels en pleno auge juvenil del capitalismo: “Dado un cierto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, aparecen fuerzas de producción y de medios de comunicación tales que, en las condiciones existentes solo provocan catástrofes, ya no son más fuerzas de producción sino de destrucción” (9). En fin, el ciclo histórico iniciado hacia fines del siglo XVIII contó con dos grandes articuladores hoy declinantes: la dominación imperialista anglo-norteamericano (etapa inglesa en el siglo XIX y norteamericana en el siglo XX) y el ciclo del estado burgués desde su etapa “liberal industrial” en el siglo XIX, pasando por su etapa intervencionista productiva (keynesiana clásica) en buena parte del siglo XX para llegar a su degradación “neoliberal” a partir de los años 1970-1980. Capitalismo mundial, imperialismo y predominio anglo-norteamericano constituyen un solo fenómeno, una primera conclusión es que la articulación sistémica del capitalismo aparece históricamente indisociable del articulador imperial (historia imperialista del capitalismo). Una segunda conclusión es que al ser cada vez más evidente que en el futuro previsible no aparece ningún nuevo articulador imperial ascendente a escala global entonces desaparece del futuro una pieza decisiva de la reproducción capitalista global a menos que supongamos el surgimiento de una suerte de mano invisible universal (y burguesa) capaz de imponer el orden (monetario, comercial, político-militar, etc.). En ese caso estaríamos extrapolando al nivel de la humanidad futura la referencia a la mano invisible (realmente inexistente) del mercado capitalista pregonada por la teoría económica liberal. La declinación imperial de Occidente incluye la de su soporte estatal abarcando una primera etapa (neoliberalismo) marcada por el endeudamiento público, el sometimiento del estado a los grupos financieros, la concentración de ingresos, la elitización y pérdida de representatividad de los sistemas políticos y una segunda etapa de saturación del endeudamiento público, enfriamiento económico y crisis de legitimidad del estado.

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