miércoles, 9 de enero de 2013

Tres enfoques convergentes - IV

La época del keynesiamismo militar como eficaz estrategia anti-crisis pertenece al pasado. Presenciamos actualmente en Estados Unidos la integración de negocios entre la esfera industrial-militar, las redes financieras, las grandes empresas energéticas, las camarillas mafiosas, las “empresas” de seguridad y otras actividades muy dinámicas conformando el espacio dominante del sistema de poder imperial. La historia de las decadencias de civilizaciones, por ejemplo la del Imperio Romano muestran que ya comenzada la declinación general y durante un largo período posterior la estructura militar se sigue expandiendo sosteniendo tentativas desesperas e inútiles de preservación del sistema. En consecuencia la decadencia general y la exacerbación de la agresividad militarista del Imperio podrían llegar a ser perfectamente compatibles, de allí se deriva la conclusión de que al escenario previsible de desintegración mas o menos caótica de la superpotencia deberíamos agregar otro escenario no menos previsible de declinación sanguinaria, guerrerista. 
Tampoco la crisis energética en torno de la llegada del “Peak Oil” debería ser restringida a la historia de las últimas décadas, es necesario entenderla como fase declinante del largo ciclo de la explotación moderna de los recursos naturales no renovables. Ese ciclo energético bisecular condicionó todo el desarrollo tecnológico del sistema y expresó, fue la vanguardia de la dinámica depredadora del capitalismo extendida al conjunto de recursos naturales y del ecosistema en general. Lo que durante casi dos siglos fue considerado como una de las grandes proezas de la civilización burguesa, su aventura industrial y tecnológica, aparece ahora como la madre de todos los desastres, como una expansión depredadora que pone en peligro la supervivencia de la especie humana. 
En síntesis, el desarrollo de la civilización burguesa durante los dos últimos siglos (con raíces en un pasado occidental mucho más prolongado) ha terminado por engendrar un proceso irreversible de decadencia, la depredación ambiental y la expansión parasitaria están en la base del fenómeno. Existe una interrelación dialéctica perversa entre la expansión de la masa global de ganancias, su velocidad creciente, la multiplicación de las estructuras burocráticas civiles y militares de control social, la concentración mundial de ingresos, el ascenso de la marea parasitaria y la depredación del ecosistema. Las revoluciones tecnológicas del capitalismo han sido en apariencia sus tablas de salvación, así fue durante mucho tiempo incrementando la productividad industrial y agraria, mejorando las comunicaciones y los transportes, pero en el largo plazo histórico, en el balance de varios siglos constituyen su trampa mortal, han terminado por degradar el desarrollo que han impulsado al estar estructuralmente basadas en la depredación ambiental, al generar un crecimiento exponencial de masas humanas súper explotadas y marginadas. 

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