viernes, 18 de enero de 2013

¿Qué pasará en las bolsas?: ¿mandan más los banqueros centrales que los datos macro?

Existe un debate en el mundo de análisis financiero entre los que creen que las políticas de relajación monetaria de los bancos centrales van a seguir impulsando hacia arriba los precios de los activos de riesgo (bolsa especialmente) y los que consideran que los datos macroeconómicos no justifican los precios actuales. Estos últimos, apoyándose en el deterioro de las endeudadas economías occidentales, creen que la bola de nieve de deuda y liquidez artificial creada por las autoridades monetarias va a acabar por aplastar unos mercados que no están protegidos por un crecimiento económico real. ¿Quién tiene razón? 
Aquéllos que ven la renta variable con potencial en el corto plazo se apoyan en la estabilización que creen está mostrando el mercado inmobiliario en EEUU y en los recientes datos del sector manufacturero de este país ayudado por la ya habitual depreciación del dólar que favorece sus exportaciones. Las medidas de relajación monetaria de la FED unidas al programa de compra de bonos por parte del BCE les hacen asegurar que el rally de las bolsas está lejos de haber concluido, máxime con dividendos todavía muy por encima de la rentabilidad de los bonos. 
En cambio, otros analistas consideran que, aunque el riesgo sistémico en la Eurozona se ha reducido, todavía existen incertidumbres y obstáculos como la falta de coherencia de los políticos en momentos clave y la sempiterna fortaleza del euro que lastra la competitividad de nuestras empresas. Muchas de éstas, con cuentas de resultados centradas en Europa y crecientes dificultades para obtener financiación, tienden a reducir sus expectativas de beneficios ante la profundización en el proceso recesivo que invade Europa. Las alzas en bolsa se están apoyando en los impulsos de los banqueros centrales y no en datos macroeconómicos y crecimiento estable, por lo que las cotizaciones acabarán por retroceder.
Antes de inclinarme hacia uno u otro lado, recordaré algunos datos objetivos de nuestro entorno europeo: - La deuda periférica sigue bajo presión: su liquidez y seguridad son puestas en duda por cada vez más inversores y de ahí su elevada correlación con la renta variable. La probabilidad de reestructuración o suspensión de pagos, aunque pequeña, es ya considerada como una posibilidad real por algunos inversores como la norteamericana BlackRock (mayor gestora del mundo). - La economía europea sigue lastrada por unas condiciones de financiación limitadas para las empresas y un desempleo al alza. - El hecho de que la política juegue un papel tan preponderante en nuestro devenir económico es una constante fuente de incertidumbre y volatilidad para los mercados. - En lo más doméstico, si siguen sin darse las condiciones financieras y de confianza para esperar que una hipotética recuperación sea sostenible, el riesgo de bajada a bono basura de nuestro rating soberano continuará latente. Las ventas de bonos en mercado abierto que comportaría tal evento, potenciarían de nuevo el riesgo España ya que muchos inversores institucionales no podrían mantener ese activo en cartera (por imposición de folletos de fondos u otras normas de control). A la vista de lo anterior, mi posición es de cautela. Una buena evolución de la renta variable necesita apoyarse en crecimiento estable y éste, como decía el polémico Roubini hace unos días en una conferencia en Madrid (preparo un post sobre ella), es hoy el "missing link" (eslabón perdido). 
Coincido con la gestora Fidelity en que las bolsas se han divorciado de los fundamentales y que la transmisión de la relajación cuantitativa a la economía real no se produce, siendo entonces su única finalidad impulsar los activos de riesgo. Por ello, mientras la hoja de ruta del crecimiento siga estando en terreno negativo, los episodios de debilidad que se registren durante los próximos meses pueden ser una buena oportunidad de compra dentro de movimientos de gestión más tácticos que estratégicos. Tuiteaba recientemente Bill Gross: "La generación del baby-boom no puede asumir riesgos. Las generaciones "X" e "Y" creen en Facebook, pero no en su acción. Y la generación "Z" no tiene dinero." No creo que el jefe de Pimco planteara esto como un canto al pesimismo, sino como una necesidad de aplicar el máximo rigor y prudencia en la gestión del dinero mientras no se descubra cómo retomar de nuevo la senda del crecimiento económico. ¿Será la inflación un motor de prosperidad como él predica o acabaremos aceptando la necesidad de trabajar más tiempo por lo mismo y con menos derechos? Este debate nos va a llevar más tiempo que el de los analistas financieros.

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