Un tercer enfoque de desagregación del superciclo en “ciclos parciales” permite detallar
fenómenos decisivos de la historia del sistema. Es necesario limitar los aspectos de autonomía de
esos “ciclos” haciéndolos interactuar entre si y refiriéndolos siempre a la totalidad sistémica.
El crepúsculo del sistema arranca con las turbulencias de 2007-2008, la multiplicidad de “crisis” que
estallaron (financiera, productiva, alimentaria, energética) convergieron con otras como la
ambiental o la del Complejo Industrial-Militar del Imperio empantanado en las guerras asiáticas.
El cáncer financiero irrumpió triunfal entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX y obtuvo el
control absoluto del sistema siete u ocho décadas después, pero su desarrollo había comenzado
mucho tiempo (varios siglos) antes financiando estados imperiales donde se expandían las
burocracias civiles y militares al ritmo de las aventuras coloniales-comerciales y luego también a
negocios industriales cada vez más concentrados. La hegemonía de la ideología del progreso y
del discurso productivista sirvió para ocultar el fenómeno, instaló la idea de que el capitalismo a la
inversa de las civilizaciones anteriores no acumulaba parasitismo sino fuerzas productivas que al
expandirse creaban problemas de adaptación superables al interior del sistema mundial, resueltos
a través de procesos de “destrucción-creadora”.
Por su parte el militarismo moderno hunde sus raíces más fuertes en el siglo XIX occidental, desde
las guerras napoleónicas, llegando a la guerra franco-prusiana hasta irrumpir en la Primera Guerra
Mundial como “Complejo Militar-Industrial” (aunque es posible encontrar antecedentes importantes
en Occidente en las primeras industrias de armamentos de tipo moderno aproximadamente a partir
del siglo XVI). Fue percibido en un comienzo como un instrumento privilegiado de las estrategias
imperialistas y más adelante como reactivador económico del capitalismo. Solo se veían ciertos
aspectos del problema pero se ignoraba o subestimaba su profunda naturaleza parasitaria, el
hecho de que detrás del monstruo militar al servicio de la reproducción del sistema se ocultaba un
monstruo mucho más poderoso: el del consumo improductivo, causante de déficits públicos que
no incentivan la expansión sino el estancamiento o la contracción de la economía.
Actualmente el Complejo Militar-Industrial norteamericano (en torno del cual se reproducen los de
sus socios de la OTAN) gasta en términos reales más de un billón (un millón de millones) de
dólares, contribuye de manera creciente al déficit fiscal y por consiguiente al endeudamiento del
Imperio (y a la prosperidad de los negocios financieros beneficiarios de dicho déficit). Su eficacia
militar es declinante pero su burocracia es cada vez mayor, la corrupción ha penetrado en todas
sus actividades, ya no es el gran generador de empleos como en otras épocas, el desarrollo de la
tecnología industrial-militar ha reducido significativamente esa función.
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