Países como Corea sufrieron severos golpes en su relación de
intercambio, tal como una sobre-oferta que condujo a una drástica caída
en el precio de los semiconductores. En Tailandia, en un marco de
rápido crecimiento económico, el agudo incremento en la demanda
interna incrementó las importaciones, lo que se reflejó en déficit en
cuenta corriente de casi 7% del PIB en el periodo 1990-1996.
Tan enormes déficit en cuenta corriente fueron financiados con grandes
flujos externos de capital atraídos por altos rendimientos, por la
percepción de bajas tasas de riesgo y, en algunos casos, por la rápida
liberalización financiera. El crédito interno se incrementó
considerablemente.
Dinero fácil y cuentas de capital abiertas generaron un incremento en la
inversión extranjera que fue atraída por altas tasas de interés internas,
mientras las empresas domésticas y grupos financieros fueron
impulsados a endeudarse en el mercado interno.
El impacto fue muy
pronunciado en Tailandia y Malasia. Tailandia agotó sus reservas
internacionales, defendiendo un tipo de cambio fijo. Si examinamos el
monto de las deudas externas y los porcentajes del servicio de deuda
en la región, Tailandia no fue el país más vulnerable a pesar de tener
un creciente déficit en cuenta corriente (7% del PIB en 1990-1996) Ver
cuadro 3g. Indonesia estaba en una situación más débil. Sin embargo,
fue la forma del financiamiento externo tailandés la que dejó a ese país
muy expuesto a cambios en el comportamiento del mercado.
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