Brasil
La liberalización de la cuenta de capital y la insistencia en el manejo
de las variables macroeconómicas como estabilizadores de la economía
nacional, ha sido la tónica del cambio de políticas ortodoxas a políticas
de corte heterodoxo cuya finalidad es la restricción monetaria y la
necesidad de una política fiscal que recurra a financiamientos externos.
Sin embargo, el impacto ha sido diferente y en Brasil este proceso, al
igual que en los otros países, se ha visto acompañado de devaluación,
crisis bancaria y reducción del gasto social por parte del Estado.
A lo largo de varias décadas el Fondo Monetario Internacional ha
diseñado diferentes planes de estabilización para Brasil, con el objeto
de controlar la hiperinflación y hacer frente al pago del servicio de la
deuda externa. Como siempre, el ajuste económico ha gravitado sobre
la población más pobre que constituye el 40 por ciento de la población
total y a la que le corresponde sólo el 8 por ciento del ingreso nacional;
en contraste, el 8 por ciento de la población de más altos ingresos
recibe el 48 por ciento del ingreso nacional. Esta distorsión en la
distribución del ingreso en los países latinoamericanos y del sudeste
asiático es consecuencia no sólo de las devaluaciones sino también de
las crisis bancarias que en buena medida derivan de la salida de
capitales.
Así, Brasil, que en 1997 fue considerado un promisorio
mercado emergente en manos de un equipo económico seguro, se
convirtió en un problema mundial más. El agotamiento de las reservas
monetarias internacionales por la salida del país de 30.000 millones de
dólares, fue seguido de una operación de apoyo internacional
encabezada por el FMI. El manejo cuidadoso del momento ayudó a
evitar cualquier obstáculo a la victoria electoral del presidente Cardoso
ante su oponente Lula, de izquierda, en las elecciones de octubre. Tres
semanas después el gobierno anunció un programa de reducción de gastos y aumentos impositivos del orden de los 22.500 millones de
dólares.
Llegó 1999 y los mercados observaron el lento progreso en la reducción
del déficit del sector público. Los más de 40 mil millones de dólares
aportados por el FMI y otros organismos, fueron insuficientes25, el
capital siguió saliendo del país y la crisis monetaria explotó. A fines de
enero, la divisa brasileña, el real, había caído de 1,21 por dólar
estadounidense a 2,05. Los enviados del FMI volvieron a Brasilia; a
raíz de esto, el 8 de marzo se anunció un nuevo programa económico,
mucho más severo que el anterior.
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