1 Primera etapa (1989-1994)
En el entorno de la transformación financiera, la problemática de la
banca se ha expresado en problemas de capitalización y de carteras
vencidas, así como en altos niveles de endeudamiento de las empresas,
de los particulares y de los propios bancos comerciales y de desarrollo.
Por su complejidad, la crisis bancaria en México es, sin duda, reflejo
de la creciente integración y de las innovaciones de productos
financieros en las operaciones de crédito y préstamos en los mercados
financieros, de la conversión de activos bancarios en valores, llamada
también “titularización'' (securitization), cuya regulación y supervisión
deben ser más específicas.
La industrialización ha sufrido rupturas ante el proceso de apertura
hacia el exterior que resultó tan negativo para la pequeña y mediana
industria, provocando, antes y después de la crisis de 1994, el problema
de las carteras vencidas. La crisis mexicana, caracterizada por la “crisis
de los tesobonos''19 o ``crisis de la deuda interna'', acompañada de la
insolvencia de las empresas, la banca comercial y la banca de
desarrollo, se suma a las crisis de los ochenta: deuda externa, crisis
bancaria, crisis bursátil, inestabilidad y devaluación cambiaria, las
cuales son un reflejo en gran parte de la reestructuración del sistema
financiero nacional en el marco de los cambios en los mercados
internacionales de capital (Culpeper 1997). Sin embargo, la crisis
bancaria, cuya solución ha incluido programas de rescate, ha tenido un
costo social muy elevado, se profundiza y parece difícil salir de ella.
La volatilidad financiera, el entorno recesivo, la política monetaria
restrictiva (cuyo principal instrumento es la reducción del crédito
interno), el repunte inflacionario, la falta de liquidez, el incremento de
los márgenes de intermediación, el sobreendeudamiento de empresas y
particulares con la banca comercial y la deuda externa de ésta, son los
factores que explican la grave crisis bancaria que se precipitó después
de la devaluación de diciembre de 1994. Todo lo anterior aceleró el
deterioro de los balances y de los activos bancarios de la cartera
crediticia (créditos al consumo, corporativos e hipotecarios) y los
niveles de capitalización (Girón, 1994).
El Banco de México, destaca la posición neta acreedora o deudora de
los agentes económicos respecto del sistema financiero interno.20 Así,
según esa institución la posición neta acreedora de las familias es
negativa de 1993 a 1995; la posición negativa de las empresas empieza
en 1992, llegando a un nivel máximo en marzo de 1995: a menos 10.7
como porcentaje del PIB. A partir de 1996 se observa un cambio
positivo y se mantiene en crecimiento constante hasta 1999. En el caso
de las empresas, el incremento que se observó a fines de 1994 en su
saldo neto deudor se vio muy influido por el efecto de la devaluación
en sus pasivos en moneda extranjera. La disminución que en 1995
registró dicho saldo neto obedeció en parte a que la banca dio de baja
la cartera incobrable (Banco de México, 1995); a partir de 1996 existe
una posición neta acreedora positiva
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