La emergencia de la inestabilidad financiera, el abandono de la política
de tipo de cambio vigente hasta diciembre de 1994 y la adopción de un
régimen cambiario más flexible, implicaron cambios en la instrumentación de la política monetaria. Así, la inestabilidad tuvo
efectos amplios sobre el sistema financiero, particularmente en el
sector bancario, que se manifestó como se mencionó, en el crecimiento
de la cartera vencida y dificultades tanto para constituir reservas
preventivas como de capitalización. Ante el peligro de colapso y de
insolvencia, el Banco de México activó el rescate bancario a través del
Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), hoy Instituto para
la Protección del Ahorro Bancario (IPAB21) y el Programa de
Capitalización Temporal (Procapte).
Así, se puede afirmar que “...de 1989 a 1994 aumentó la vulnerabilidad
actuando el banco central como prestamista de última instancia del
sistema bancario mexicano, evitando la crisis de proporciones
mayores.”(Marino, 1996, pp. 18-19). Por otra parte, los activos
bancarios luego de un importante incremento en términos reales entre
1989 y 1994, se contrajeron 14.8% hasta el tercer trimestre de 1995, a
pesar del establecimiento de nuevas instituciones bancarias.
Esta etapa de la crisis estuvo caracterizada por la ampliación de la
competencia del sistema bancario mexicano asociada al auge crediticio que tuvo lugar en ese período. Asimismo, al agravamiento del problema
de las carteras vencidas, se sumó la incertidumbre prevaleciente en
1994; además, los aumentos de las tasas de interés en Estados Unidos a
partir de febrero de 1994, hicieron más atractivo invertir en activos de
ese país que en activos de los mercados emergentes.
2. Segunda etapa (1995-2001)
Uno de los problemas que enfrentó la banca mexicana a partir de la
crisis de 1994 y principios de 1995 es la modificación en el crédito a
los diferentes sectores.
La asignación del crédito al sector privado descendió de 613 000
millones de pesos en 1994 a 564 000 millones en 1998; en términos
porcentuales se observa una tasa anual decreciente de 2.73 % en el
periodo 1994-1998. Cabe recalcar que al instrumentarse el Fobaproa y
las medidas de rescate bancario que permitieron capitalizar a los
bancos y sanear sus carteras vencidas al excluir los créditos insalvables
o estos fondos atribuibles al rescate, la caída en el financiamiento fue
de 37.4% en 1995; en diciembre de 1996 y de 1997 las variaciones
negativas fueron de 35.5% y 12.9%, respectivamente. El panorama en
1998 y 1999 fue similar, dado que en términos reales hubo una
variación de –4.6% y –9.7%, respectivamente, y no existen aún signos
de que el sistema bancario vaya a aumentar el financiamiento al sector
privado.
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