La crisis financiera del sudeste asiático es la expresión de la nueva
estructura productiva y financiera al inicio del milenio, que definirán
dos potencias: Estados Unidos y China, dada la creciente participación
de ésta en el mercado mundial. Por otra parte, las megafusiones de los
bancos estadounidenses con activos de 2,692,057 millones de dólares
en un mercado financiero integrado y mundial permearán las estructuras
económicas y financieras de los países con recientes crisis bancarias.
China enfrenta una transformación histórica, en la medida en que las
reformas de mercado y la integración a la economía mundial ayudan al
crecimiento de la producción y se incrementan el comercio y la
inversión, factores decisivos en la economía mundial. El mercado
financiero ha dejando de ser desde hace un par de décadas un mercado
segmentado y nacional
Una de las particularidades de la crisis asiática es que
“...contrariamente a lo sucedido en la crisis de la deuda de los años
ochenta, en que las dificultades fueron casi exclusivamente
macroeconómicas, en general los problemas de Asia fueron precedidos
por una larga gestión exitosa.” (FMI, 1 de junio de 1998, p. 157).
La crisis económica de la región impactó los diversos ámbitos del
sistema financiero y particularmente el sector bancario de estos países,
donde los graves problemas de liquidez han implicado que los
gobiernos y el FMI inyecten recursos de salvamento. Hasta antes de la
crisis, las tasas de intercambio fijas y cuasifijas permitieron el
desarrollo de Asia a costa de un dólar débil entre 1990 y 1995,
logrando así un rápido crecimiento en las exportaciones y el comercio
intraregional. Tailandia, Malasia e Indonesia fueron los mayores
beneficiarios. A fines de 1995 el dólar empezó a fortalecerse frente al
yen japonés, coincidiendo con una expansión continua de la demanda
interna y crecientes presiones inflacionarias en el sudeste de Asia.
Países como Indonesia, Malasia y Tailandia, cuyos tipos de cambio
eran muy cercanos al dólar, comenzaron a experimentar un agudo
incremento en sus tasas efectivas reales de intercambio, trayendo
consigo un descenso abrupto de las exportaciones.
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