La semana pasada, durante la ronda de preguntas en la conferencia de InversorGlobal, “La mejores
inversiones para el segundo semestre de 2012”, uno de los suscriptores presentes hizo varias
consultas relativas al futuro de la eurozona, sobre todo respecto de la efectividad de las acciones que
el Banco Central Europeo estaba por tomar y cómo esto podría afectar a los inversores.
Quien recogió el guante fue el coautor del reporte de recomendaciones de inversión Valor Global,
Gustavo Neffa. Luego de analizar la situación de la eurozona, Neffa concedió que era probable que
una acción firme por parte del BCE diera un respiro al grupo de la moneda común y, por extensión, a
los inversores de todo el mundo.
Aunque, dijo, “los problemas de fondo se mantendrán”.
**
Ayer lunes, de regreso a casa tras el locro familiar del 9 de julio, y leyendo la prensa global, me
encontré con esta nota del diario español Expansión, “El BCE dice que hará todo por la estabilidad,
pero pide más a los gobiernos”:
“El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, aseguró hoy que la institución hará
‘todo lo que haga falta’ para asegurar la estabilidad de los precios y la estabilidad financiera, pero al
mismo tiempo reclamó una acción más decidida a los gobiernos para salir de la crisis.
“’El BCE, dentro de los límites de su mandato y sin aumentar innecesariamente el riesgo de su
balance, hará lo que haga falta’, subrayó Draghi en una comparecencia en el Parlamento Europeo
(PE).
“Según explicó, el BCE está dispuesto a escuchar las ‘muchas ideas interesantes’ que circulan como
respuesta a la crisis, dado que cuando ‘las complejidades aumentan, la variedad de las soluciones
sugeridas también aumenta’.
“Por lo pronto, Draghi garantizó que la institución ‘mantendrá las líneas de crédito abiertas a todos los
bancos solventes de la zona euro’”.
Lo cierto es que el título ya me daba desconfianza. “Otra vez lo mismo”, pensé. Y la verdad es que era
otra vez lo mismo. Palabras más, palabras menos que, en definitiva, lo único que consiguen es
inquietar más a los habitantes de un continente un poco a la deriva.
Esto me hizo recordar el cierre del diálogo entre Neffa y el suscriptor. Citando un poco de memoria,
las palabras finales del el analista de InversorGlobal fueron lapidarias: “En toda la historia, nunca
una experiencia de moneda única ha tenido. Ése es el futuro que le veo a la eurozona”.
Y una vez más tengo la sensación de que el experimento europeo tendría los días contados.
**
Alguien que piensa similar es el columnista de Money Week, Matthew Lynn, quien en la edición del
pasado viernes puso el acento en un nuevo foco de preocupación, aparentemente obviado por casi
todo el mundo. El título de la nota era lapidario, “La próxima crisis abrirá un agujero en el único lugar
seguro de la eurozona”.
“Finanzas sólidas como una roca, estabilidad política, un gran superávit comercial y una mano de
obra hipercompetitiva que sigue quedándose con una parte cada vez mayor de los mercados
mundiales. Estamos hablando, desde luego, de Alemania. No nos sorprende que cada vez que hay
pánico en los mercados acerca del estado de la eurozona –algo que sucede cada tres o cuatro
minutos-, los inversores disparen hacia la seguridad del mercado de bonos alemanes.
Efectivamente, el mes pasado, el retorno de los bonos a dos años resultó negativo. Esto significa
que, en realidad, la gente le paga al Gobierno alemán para que éste le quite el dinero de las
manos.”
Sí, para muchos ya es de Perogrullo decir que Alemania es por lejos el país con la economía más
sólida de la eurozona. Y aunque como vimos Lynn también hace este ejercicio, el columnista identifica
un problema clave que está siendo pasado por alto por muchos analistas:
“Aun así, existe un problema. Los bunds alemanes implican un riesgo tan alto como el de cualquier
otro activo en una eurozona golpeada por la crisis. Sea cual fuere la solución eventual a la que se
llegue para la moneda única, los bunds van a recibir un enorme golpe. Una vez que los inversores
se escapen del mercado y se den cuenta de que Alemania está tan golpeada como cualquier otro
país dentro del euro, sus bonos también van a colapsar. Es la próxima crisis que se espera.
“No es difícil descifrar por qué los inversores han estado acudiendo a los bunds. Obviamente, ha
salido mucho dinero de la eurozona, pero incluso así sigue siendo el bloque económico más grande
del mundo y es difícil para muchos bancos o fondos salirse por completo. Por ende, por miedo a un
default o, simplemente, a grandes pérdidas, los inversores han estado moviendo su dinero sin parar
desde los bonos españoles o italianos al mercado alemán. El retorno de los bonos a diez años ha
caído a 1,5% y a Berlín ya no le cuesta casi nada endeudarse.”
Sin embargo, plantea Lynn, el problema es que las finanzas de Alemania no están en el estado de
gracia que muchos piensan.
“Se escribe mucho acerca del terrible estado de las finanzas de los países periféricos y de cómo
todos deberán ser rescatados por los alemanes. Sin embargo, la deuda alemana en relación al PBI
tampoco es algo para envidiar. Actualmente, alcanza el 82% del PBI, desde el 59% que tenía
cuando se lanzó el euro hace poco más de diez años. Es un poco menos que el porcentaje de
Francia y más que el de España, que ya ha tenido que pedir un rescate para sus bancos. Alemania
ha recorrido el camino de la deuda creciente tanto tiempo como cualquier otra nación importante de
la eurozona.”
“Este año el Gobierno va a registrar un déficit de 1% del PBI y el panorama a largo plazo tampoco es
alentador: Alemania tiene el peor perfil demográfico del Primer Mundo, con una población que
envejece a paso veloz. A todo esto se le suma la crisis de la eurozona, con los alemanes insistiendo
en arreglarla con austeridad, un pedido que encuentra cada vez menos eco en una Europa que no
quiere ajustarse el cinturón.”
Con este análisis, habría sólo dos posibles salidas para el problema del euro. La primera sería juntar
las deudas de los 17 estados que comparten la moneda, ya sea a través de la emisión de eurobonos
o del uso del Fondo de Estabilidad para comprar los bonos de los países de la periferia. En
cualquiera de las dos la que pierde es Alemania, ya que esto significa que de un día para otro se
convertiría en una especie de aval de los créditos tomados por todos los otros países de la eurozona.
Hablando mal y pronto, tendría que hacerse cargo.
Ahora, la otra alternativa sería que el euro, simplemente, desaparezca. Pero eso también sería muy
duro para Alemania, y esta es en realidad la razón por la cual los alemanes se aferran tanto a la
moneda, muchas veces detrás de declaraciones rimbombantes del tipo “un fracaso del euro es el
fracaso de una
Europa en unidad”, que tanto escuchamos en boca de la canciller Angela Merkel.
Sucede que la moneda alemana, en el contexto de una moneda única, está muy desvalorizada, lo que
constituye la variable clave de la competitividad alemana.
Usted podrá pensar lo que quiera del diario Página/12, pero me permito citar un párrafo de la nota
“Un déjà vu argentino en Europa”, del investigador económico Juan Matías De Lucchi:
“La crisis europea está determinada por los desbalances en el comercio exterior intraeuropeo.
Como sostienen los economistas Vernengo y Pérez Caldentey, entre 2000 y 2007, el costo laboral
unitario en los países centrales europeos aumentó sólo 7 por ciento, mientras en la periferia un 24
por ciento. Este incremento del costo laboral unitario relativo, combinado a un régimen de cambio
fijo, significó para la periferia una apreciación real del tipo de cambio y, consecuentemente,
crónicos déficits en cuenta corriente (y endeudamiento público). Como no forma parte del diseño
institucional, el BCE no se compromete a intervenir persistentemente en los mercados de bonos
nacionales y empuja a la periferia a una encrucijada.”
El tema, finalmente, es la competitividad. Alemania está produciendo, gracias a la divisa única, a
costos muy por debajo del nivel que tendrían de haber mantenido su independencia monetaria.
Alemania necesita de los débiles para que le debiliten sus términos de intercambio. Si el euro se
acaba y volviera el marco alemán, la divisa se dispararía. Esto golpearía con fuerza la competitividad
exportadora alemana, lo que podría llevar al país hacia una profunda recesión. Muchas personas
dejarían de pagar sus préstamos y los sólidos bancos germanos podrían tener problemas, con el
Gobierno rescatándolos tal como sucedió en Estados Unidos en 2009 y recientemente en España
con Bankia.
Si en todo este escenario los bonos alemanes comienzan a colapsar, como lo hicieron los griegos e
irlandeses y portugueses, o ahora los españoles e italianos, muchos bancos podrían quebrar, lo que
llevaría a la crisis europea hacia un nivel totalmente nuevo. Hasta ahora los bunds son el único “puerto
seguro” que queda en la eurozona y si los agentes del mercado un día se levantaran y decidieran que
en realidad son muy riesgosos, sólo quedará salir corriendo de la moneda única. Y en este sentido, un
colapso del mercado de bunds podría provocar perfectamente una corrida total de capital fuera de la
eurozona. Es difícil que el euro sobreviva a una cosa así y ese momento, previo al colapso, podría ser
el perfecto para posicionarse en acciones de compañías alemanas denominadas en euros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario