España e Italia hicieron ayer frente común en la decisiva
cumbre de Bruselas y amenazaron con bloquear el pacto por
el crecimiento del que habían hablado previamente con
Alemania y Francia.
Según la información que anoche
trascendió, el presidente del Gobierno español, Mariano
Rajoy, y el primer ministro italiano, Mario Monti, estarían
dispuestos a ejercer un veto si el bloque del Norte, liderado
por la canciller alemana, Angela Merkel, no acepta que
Europa tome medidas urgentes interviniendo en los
mercados financieros en auxilio de España e Italia. Ambos
países piden que el fondo de rescate europeo actúe
comprando bonos de deuda soberana, para que bajen las
primas de riesgo, que ahora obligan a los estados español e
italiano (sobre todo al primero) a pagar intereses
prohibitivos para financiarse.
España e Italia consideran que la supervivencia del euro
empieza por acciones urgentes para proteger a ambos
países del hostigamiento al que están sometidas en los
mercados financieros. Por ahí comenzaron los líderes
europeos a negociar en la primera de las dos jornadas de
una cumbre de Bruselas considerada decisiva para el
porvenir de la región monetaria. Y en ese punto quedó en
evidencia la grave fractura entre el bloque del Norte, liderado
por la Alemania de Ángela Merkel, y los del Sur.
Rajoy y Monti intentaban anoche doblegar, con el respaldo
estratégico del francés François Hollande, la férrea
resistencia que la canciller alemana, Ángela Merkel, y sus
aliados del Norte (Holanda, Suecia y Finlandia) han opuesto
frente a las peticiones de intervención en el mercado, ya
fuera a través del Banco Central Europeo (BCE) o de los
mecanismos de rescate de la eurozona. Monti es el
inspirador de la salida que, según algunos comentaristas,
anoche provocó el órdago conjunto de España e Italia: que el
fondo de rescate de la UE compre masivamente deuda de
ambos países, y que lo haga sin que se impongan nuevas
condiciones macroeconómicas (ajustes y reformas) a los
estados.
Los países llegaban separados en dos bandos a la cumbre
de Bruselas: uno liderado por Alemania, partidario de la
austeridad y las reformas como receta, y otro encabezado
por Francia, que desea medidas contundentes para acabar
con la presión de los mercados sobre España e Italia,
epicentro del seísmo que, sostienen analistas y otros
observadores, ha puesto al euro más cerca que nunca de la
desintegración. Según algunas informaciones, la rocosa
Merkel habría mostrado ayer cierta flexibilidad en sus
posiciones. De acuerdo con esta tesis, Alemania, Finlandia
y Países Bajos habrían admitido los problemas de
españoles e italianos y se habrían mostrado dispuestos a
explorar la activación del mecanismo, aunque bajo duras
condiciones. Esa exigencia de «condicionalidad» (más
ajustes y reformas) fue la que habría decidido a Rajoy y a
Monti a amenazar con un bloqueo. Los acuerdos del
Consejo de Europa tienen que tomarse por unanimidad.
Las distintas alternativas para apoyar a Madrid y Roma
fueron estudiadas previamente por los viceministros de
Economía y responsables del Tesoro de la eurozona Allí se
discutieron varias opciones:
l Que el actual fondo europeo de rescate compre deuda
soberana de los países en dificultades que estén cumpliendo
con sus compromisos de reforma, opción defendida por el
italiano Monti.
l Que el nuevo fondo de rescate, que comenzará a operar en
julio (denominado por el acrónimo MEDE), intervenga
comprando deuda ya en el mercado primario. Esta opción
ya existe, pero tiene como condición que obliga a los países
a solicitarla formalmente y, en contrapartida, a abordar
estrictos planes de ajuste.
l Que sea el BCE el que compre la deuda, aunque
respaldado por la garantía de los fondos de rescate.
l Al debate se sumó una propuesta de Finlandia para que los
países bajo presión emitan bonos de deuda garantizada,
respaldados por bienes del Gobierno o por determinados
ingresos fiscales. Una especie de hipoteca sobre las
recaudaciones fiscales. Para Italia, la idea finlandesa «no es
útil»
También se debatió, según fuentes de la Moncloa, la
posibilidad de recapitalizar de forma directa los bancos
españoles, es decir, sin pasar por el Estado y, por tanto,
limitando el impacto del préstamo en las cuentas públicas y
la deuda soberana. Alemania se ha venido oponiendo
sistemáticamente a ello.
El Consejo Europeo negoció ayer los primeros detalles del
plan de crecimiento previamente concertado por Alemania,
Francia, Italia y España, un programa por valor de 120.000
millones que primará «a los países más vulnerables», según
Herman Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo.
La
aprobación de este plan a largo plazo estaba anoche
condicionada por la exigencia de España e Italia de otras
medidas a corto plazo para frenar la crisis de deuda
soberana.
Por lo avanzado ayer, el plan no incluye prácticamente dinero
nuevo, sino que se basa en el reciclaje de fondos ya
presupuestados pero que todavía no se han gastado. Será a
través del Banco Europeo de Inversión (BEI), los llamados
bonos-proyecto y el Fondo Europeo de Inversión. Parte del
dinero vendrá de reasignar fondos regionales europeos ya
presupuestados pero que todavía no se han gastado.
Los líderes europeos han propuesto que la emisión de
«bonos se utilice para inversiones en infraestructuras (de
comunicaciones, energéticas y de banda ancha). El
programa «fomentará el empleo y la actividad empresarial
sostenible», añadió Van Rompuy dando a entender que
habrá estímulos directos para las inversiones de las
empresas. Presumiblemente, España será uno de los
destinos principales del dinero, si se confirma que la
condición de «país vulnerable» dará prioridad en los
repartos. El presidente Rajoy también pidió anoche que los
futuros repartos de fondos estructurales (a partir de 2014)
tengan en cuenta los impactos de la crisis económica en los
países, de modo que también España salga favorecida en
este capítulo.
Es posible que el país reciba más dinero por esas vías, pero
perderá presencia en las cúpulas directivas europeas. No
conseguirá ninguno de los altos cargos económicos a los
que optaba en la Unión Europea, ya que se quedará fuera
del directorio del Banco Central Europeo (BCE), y no
obtendrá como compensación estar al frente del fondo de
rescate para países endeudados, según publica la prensa
alemana.
Los líderes europeos renovarán muy probablemente hoy al
luxemburgués Jean-Claude Juncker como presidente del
Eurogrupo. La candidatura del ministro alemán de Finanzas,
Wolfgang Schäuble, ha acabado naufragando por la
resistencia del nuevo presidente francés, François Hollande.
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