Los esfuerzos reformistas de Mario Monti están muy avanzados y pese a todo no
cesan las malas noticias sobre la endeudada Italia. En pocos meses ha sacado adelante
paquetes de ahorro, aumentos en los impuestos y reformas de las pensiones y el mercado
de trabajo. Y pese a todo, la lucha del jefe de gobierno en Roma se asemeja al mito de Sísifo, símbolo
del esfuerzo inútil.
La calificadora Moody's rebajó de golpe en dos escalones la nota de los bonos de
deuda italianos, el mismo día en que la patronal Confindustria advirtió: "La economía se ahoga, la
recesión se recrudece". La inseguridad política podría hacer rebasar el vaso, mientras no está claro
qué será de Italia tras las elecciones parlamentarias de 2013.
No es sólo el "peligro de contagio" de Grecia o España lo que lastra más que nunca a la tercera
mayor economía de la zona euro. Junto a las señales económicas de alarma de estas semanas y
meses, es la incertidumbre política del país de la bota lo que genera rostros de preocupación entre los
analistas. Los expertos de Moody's lo ven de la misma manera y mantienen en negativa la perspectiva
para Italia: "También el clima político, y sobre todo las elecciones previstas para primavera, provocan
un aumento en los riesgos". No se puede decir de manera más clara, justo cuando la prensa italiana
habla de las supuestas intenciones de Silvio Berlusconi de presentarse otra vez a las elecciones en
2013.
El profesor de economía y ex comisario europeo Monti fue colocado al frente del gobierno en
noviembre de 2011, tras la renuncia de Berlusconi, envuelto en escándalos sexuales y procesos
judiciales. El presidente, Giorgio Napolitano, quiso defender a Italia de la presión de los mercados e
iniciar reformas pendientes desde hace tiempo.
Cambio de timón. Pero en los próximos comicios se elegirá un nuevo gobierno, salvo que Monti
cambie de postura y decida continuar en el puesto. Y como parece claro que la crisis no pasará en
2013, surgió incluso la idea de dejar también en el palacio del Quirinal al "administrador de crisis"
Napolitano, quien además debe abandonar la jefatura de Estado. A sus 87 años, rechazó tal
posibilidad.
¿Y qué pasaría si gana las elecciones algún candidato por prometer que relajará la inmensa carga
tributaria actual? Entonces, Italia se uniría posiblemente a los países en crisis de la zona euro que
buscan desesperadamente ayuda del exterior, por ejemplo a través el fondo de rescate. "Sería
atrevido afirmar que Italia nunca necesitará ese apoyo", admitió hace unos días el mismo Monti. "Lo
conseguiremos solos", había asegurado anteriormente el italiano una y otra vez sobre todo en
dirección a Bruselas y Berlín. Pero en Italia, no hay nadie que conozca la situación tan bien como él.
La otra, la mala noticia actual, vino de Giorgio Squinzi, el presidente de Confindustria: La recesión se
recrudece y el producto interior bruto (PIB) se contraerá este año en por lo menos un 2,4 por ciento.
Con ello, las perspectivas se oscurecen una vez más. Hasta ahora el gobierno preveía una caída del
1,2 por ciento y el FMI del 1,9 por ciento. A las empresas no les llegan encargos, la demanda cae y el
desempleo aumenta (el índice de desocupación alcanzó el récord histórico del 36,2 por ciento, lo que
no sucedía desde enero de 1992. El número de jóvenes desempleados subió 0,9 por ciento en junio).
La conclusión a la que llega Squinzi: "En ello no puedo ver ni una chispa de luz". Los sindicatos se
quejan de los recortes y reducciones de personal. "Todo el mundo" empresarial quiere el regreso de
Berlusconi, o por lo menos eso dice el polémico ex jefe de gobierno. Tampoco tiene buenas noticias
el ministro de Economía de Monti, Vittorio Grilli: Para evitar un alza del IVA se deben ahorrar otros
6.000 millones de euros.
Italia se prepara para un agitado período vacacional, el gobierno de Monti incluido
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