Dos de las principales diferencias en la gestión de la actual crisis entre EE.UU. y Europa son
el distinto comportamiento de cada uno de sus bancos centrales, y la inexistencia de un Tesoro común
en la Zona Euro. La Reserva Federal, por boca de Bernanke, reconoció que la FED debía
desempeñar un papel muy activo inyectando liquidez para evitar un fuerte agravamiento de la
recesión. Como consecuencia, tras la quiebra de Lehman, entre el Tesoro americano y la FED
compraron directamente activos de los bancos a través del programa TARP, recapitalizaron
directamente a la banca y se llevaron a cabo dos programas de compra de deuda pública conocidos
como QE I y QE II (Quantitative Easing).
Por el contrario, en Europa adolecemos de un Tesoro común. Por su parte, el Banco Central
Europeo, primero bajo la dirección de Trichet y actualmente bajo la presidencia de Draghi, han
considerando durante toda la crisis que el mandato del BCE sólo se ciñe a la estabilidad de precios y
como consecuencia ha sido capaz incluso de subir los tipos de interés en 2008 y en 2011 en plena
crisis económica ante fantasmagóricas amenazas de aumento de la inflación. Sólo a regañadientes el
BCE ha comprado bonos soberanos de los países periféricos de forma excepcional a través del
programa SMP (Securities Market Program).
Le guste o no, el BCE es el único que tiene capacidad para poner los recursos financieros
necesarios en cualquier operación financiera de cierta envergadura. En el caso de la reestructuración,
rescate o asistencia financiera de la banca española vuelve a ser así.
La primera intención del gobierno español fue realizar el rescate de las entidades con
problemas de capital a través de la emisión de Bonos del Estado que se aportarían a las entidades
en forma de capital o de bonos contingentes convertibles (CoCos). Las entidades financieras
descontarían los bonos en el BCE obteniendo así la liquidez necesaria. La negativa del BCE impidió
que se llevase a cabo la operación en estos términos.
Finalmente, la forma de recapitalizar las entidades financieras españolas con déficit de
capital acabará contando con la financiación última del BCE. Los pasos serán los siguientes:
El EFSF (Fondo Europeo de Estabilidad Financiera) emitirá bonos, inicialmente por importe de
30.000 millones de euros.El EFSF concederá un préstamo al FROB (Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria), pero en lugar de darle dinero le entregará los bonos emitidos.El FROB inyectará
dichos bonos en las entidades necesitadas a cambio de acciones de la entidad.El banco en cuestión
llevará los bonos al BCE para su descuento, recibiendo liquidez.
El sistema finalmente aprobado coincide con la propuesta inicial del gobierno español en
que al final los bancos reciben bonos que acaban descontando en el BCE. La diferencia entre la
propuesta española y la finalmente acordada por el Eurogrupo radica en la garantía de los bonos. En
la propuesta del gobierno español la garantía eran bonos soberanos emitidos "ex profeso" para la
recapitalización de la banca, y en la propuesta europea los bonos son emitidos por el EFSF, pero al
final se acaban descontando igualmente en el BCE.
La segunda prueba de que el BCE es el único con capacidad para inyectar liquidez en el
sistema es la fórmula acordada para financiar los "bancos malos" que se crearán en el proceso de
recapitalización de las entidades financieras españolas. El proceso será el siguiente:
El FROB emite bonos y los aporta al banco malo a cambio de capital del mismo.El banco con "activos
tóxicos" (activos inmobiliarios adjudicados, entre otros) los aporta al banco malo. Como pago recibe
bonos del FROB y en una pequeña proporción acciones del banco malo.El banco descuenta los
bonos del FROB en el BCE para así conseguir liquidez.
Las autoridades europeas podrán ser muy ingeniosas en articular operaciones financieras
con muchos pasos intermedios, pero al final, cuando hace falta dinero sólo hay una entidad a la que
acudir: el Banco Central Europeo.
Con la compra de deuda pública de los países periféricos con tipos de interés "estresados"
(España e Italia) ocurre algo similar. Pese a que se haya habilitado al ESM o MEDE (Mecanismos
Europeo de Estabilidad) a comprar bonos soberanos, el único que tiene fuelle suficiente para
intervenir de forma contundente es el BCE.
Pese a su negativa actual a comprar bonos españoles e italianos, el BCE lo acabará
haciendo. Sólo hay que recordar la rotunda negativa de Trichet el 4 de agosto del año pasado a
comprar bonos españoles e italianos y su cambio de posición apenas tres días más tarde. Hace un
año el BCE primero intervino comprando bonos y luego exigió a España e Italia reformas
estructurales. (Baste recordar la modificación de nuestra "intocable" constitución en apenas un mes).
El BCE no quiere que le ocurra lo mismo que el año pasado. Tras lograr bajar la rentabilidad
de la deuda española e italiana desde el 6,2% hasta el 5%, el ímpetu reformista de España, pero
sobre todo de Italia se diluyó como un azucarillo. Ahora el BCE primero ha puesto los deberes y una
vez estén cumplidos, actuará interviniendo en el mercado.
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