La histórica victoria electoral de Syriza, un partido antiausteridad, pone en entredicho la política de duro ajuste y rigor impuesta por la Unión Europea al país.
Bruselas no ha tardado en avisar al nuevo jefe de gobierno griego de que no existe ninguna intención de borrar la deuda del país, frente a la reestructuración que demanda el partido vencedor. La coalición gubernamental tendrá una mayoría de 162 diputados (149 de Syriza y 13 de Anel) sobre los 300 escaños del Parlamento griego.
Anel es una escisión del partido conservador Nueva Democracia de Andonis Samarás, provocada por desacuerdos con respecto a la cuestión de la deuda.
Tsipras optó por una ceremonia civil durante su nombramiento, en lugar del tradicional juramento religioso. Eligió una visita muy simbólica: el muro de los fusilados de Atenas, donde 200 comunistas fueron ejecutados en 1944 por los nazis, un monumento emblemático de la resistencia griega frente al Ejército alemán. En su primer discurso tras los resultados, Tsipras dijo que Grecia "ha dejado atrás la desastrosa austeridad”, al tiempo que mostró su intención de negociar con los acreedores del país "una solución justa, viable, duradera, que beneficie a todos”.
La alianza de Syriza con Anel dejó claro que el nuevo hombre fuerte de Grecia no rebajará la dureza de su posición frente a la deuda y la austeridad. Tsipras prometió medidas inmediatas como la subida del sueldo mínimo de 580 a 751 euros y advirtió que no se conformará con una simple reestructuración de la deuda (más de 300 mil millones de euros y 175% del PIB), sino que quiere una reducción clara.
Las primeras reacciones ante el resultado electoral en Grecia estaban dominadas por las reservas y la aprensión. El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, afirmó que "pertenecer a la zona euro significa que hay que respetar el conjunto de los acuerdos”. Una reducción de la deuda está excluida, advertía el ministro de Finanzas germano, Wolfgang Schäuble. Desde 2010, los acreedores -UE y FMI- acordaron unos 240 mil millones de euros en préstamos al país a cambio de la aplicación de unos drásticos planes de austeridad y recortes sociales. Grecia, miembro de la zona euro, espera el desbloqueo del último tramo de los préstamos acordados en febrero.
Desde el domingo, Tsipras advirtió de que la austeridad es cosa del pasado, si bien matizó que estaba dispuesto a negociar una solución "que beneficie a todos”.
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