En ninguna parte era el caos institucional heredado por el presidente Mauricio Macri más evidente que en el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), el organismo argentino encargado de las estadísticas, cuyas cifras habían sido tan desacreditadas durante tanto tiempo que se declaró una "emergencia estadística" poco después de que Macri tomó posesión de su cargo, y se suspendió la publicación de estadísticas.
Ahora, por primera vez en casi una década, el organismo de estadísticas ha publicado cifras de inflación ampliamente consideradas por los economistas independientes como un reflejo exacto del nivel de inflación. Los precios subieron un 4,2 por ciento en mayo respecto al mes anterior, dijo el Indec el miércoles de la semana pasada. Para finales de año se espera un conjunto completo de estadísticas nacionales.
La reorganización del Indec representa un paso importante en la "normalización" de la economía argentina, la cual se ha visto privada de inversión en gran medida debido a la tendencia del Gobierno populista anterior a manipular las instituciones. Pero Macri tiene la esperanza de que un aumento de la inversión conducirá a una revitalización económica.
Desde la elección en el año 2007 de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, los economistas han acusado a las autoridades de manipular los datos para restar importancia a la verdadera magnitud de los problemas que aquejan a la economía. En el año 2013, el Fondo Monetario Internacional (FMI) censuró formalmente a Argentina por sus estadísticas inexactas.
Las afirmaciones que Fernández hizo el año pasado de que había menos pobres en Argentina que en Alemania provocaron asombro, sobre todo porque el Indec dejó de publicar las estadísticas de pobreza en 2013, y las estimaciones privadas ubicaban el nivel en más de un 30 por ciento.
Cuando el exministro de Finanzas Hernán Lorenzino fue objeto de burla por terminar abruptamente una entrevista en 2013 cuando se le preguntó acerca de la inflación del país, los economistas privados dijeron que era mucho más que el doble de la tasa oficial. Por el contrario, la cifra oficial de inflación para mayo es realmente mayor que la mayoría de las estimaciones privadas, que van del 3 al 4 por ciento.
Ahora que las estadísticas oficiales están recobrando la credibilidad, el Gobierno debe trabajar para reducir la inflación, la cual se considera el problema más acuciante de Macri. Si no hay una mejoría de la economía antes de las elecciones de mitad de período del próximo año, el presidente corre el riesgo de perder una oportunidad de consolidar el poder.
Las autoridades sostienen que la inflación alcanzó su punto máximo en abril, estimado en alrededor del 6,5 por ciento, y que el efecto puntual sobre los precios de una devaluación y un aumento de seis veces en las tarifas de servicios públicos está comenzando a disminuir. Sin embargo, algunos economistas temen que el impacto de los aumentos salariales de más del 30 por ciento este año continuará complicando la batalla contra la inflación, la cual continúa estando lejos del 1 a 2 por ciento mensual que el Gobierno espera alcanzar este año.
Se espera que el regreso de las estadísticas creíbles a Argentina conduzca a una auditoría positiva por parte del FMI, prevista para julio, la cual representará la primera vez que la organización realice su revisión económica del Artículo IV en la segunda mayor economía de América del Sur desde que se cortaron las relaciones en 2006.
Aunque se está reparando el daño provocado por la anterior administración a la credibilidad de las instituciones argentinas, aún queda trabajo por hacer. "Una vez que se pierde la transparencia, es muy difícil recuperarla", dice Pablo Santiago, jefe de investigación del Banco Mariva, un banco de inversión en Buenos Aires.
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