Simultáneamente, la campaña vivió una de sus jornadas más pintorescas gracias a la “batalla” naval protagonizada por los dos campos en el Támesis.
La advertencia de Osborne se interpreta como la gran última carta del primer ministro David Cameron para influir en los votantes, justo cuando la opción de salir se afianza en lo alto de los sondeos del referendo del 23 de junio.
Según la media de las últimas seis encuestas elaborada por la organización de opinión What UK Thinks, los partidarios del Brexit son el 52 por ciento y los de quedarse el 48 por ciento, descartando a los indecisos, que según la mayoría de sondeos superan el 10 por ciento.
Es la mayor ventaja del Brexit en esta megaencuesta desde que empezó a elaborarse, en octubre de 2015.
Osborne, partidario de seguir en la Unión Europea (UE), hizo el anuncio en una tribuna de prensa firmada con uno de sus antecesores, el laborista Alistair Darling.
Para el ministro y su colega Darling, la salida de la UE sería “la herida autoinflingida más extraordinaria”.
Osborne, citando un informe del prestigioso e independiente Instituto de Estudios Fiscales, cifró en 30.000 millones de libras el dinero que perderían las arcas públicas con la salida y que por tanto habría que recuperar “aumentando impuestos, recortando el gasto o ambas cosas”.
El ministro británico avanzó que la mitad del dinero podría recaudarse con subidas de impuestos -enumerando aquellos que se verían afectados- y la otra mitad saldría de recortar. “Recaudar los otros 15.000 millones de libras mediante recortes podría significar una reducción del 2 por ciento de los presupuestos de la sanidad pública, la educación y la defensa”.
Las advertencias de Osborne indignaron a los conservadores que defienden la salida de la UE. Cincuenta y siete diputados conservadores firmaron una carta contra los planes del ministro de Economía, y Nigel Farage, líder del partido UKIP y feroz anti-UE, pidió “ignorar el presupuesto”.
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