martes, 17 de marzo de 2015

Los problemas económicos de Venezuela desencadenan temores electorales

En el destartalado barrio de Ramo Verde, en las afueras de la ciudad de Los Teques, Henrique Capriles le da la mano a las personas, palmaditas en la espalda y sonríe para los ‘selfies’ –todo parte de la politiquería comercial que conlleva el ser gobernador de un Estado y político de la oposición venezolana–.

Dado que las elecciones parlamentarias no se llevarán a cabo sino hasta septiembre, pareciera que Capriles, quien perdió por un estrecho margen las elecciones presidenciales de Venezuela hace dos años, está haciendo campaña prematuramente para su partido, particularmente tomando en cuenta que las encuestas indican que el Partido Socialista en el poder será derrotado en la votación.

Sin embargo, la mayor preocupación para Capriles es si las elecciones se llevarán a cabo.

"¿Son capaces de suspenderlas? Creo que son capaces de cualquier cosa", comenta el político de 42 años de edad refiriéndose al Gobierno venezolano. "Si las elecciones se realizaran hoy, el Gobierno perdería por 20 puntos".

Estos temores son cada vez más comunes en Venezuela. Los críticos temen que el deterioro de la economía, para la cual se prevé una reducción de un cuatro por ciento este año y una exorbitante inflación del 69 por ciento, podría llevar al presidente Nicolás Maduro y a su partido a pisotear la democracia en un intento desesperado por aferrarse al poder. Una victoria de la oposición podría facilitar un "referéndum revocatorio", el cual podría sacar a Maduro de su cargo.

La semana pasada, varios respetados exlíderes latinoamericanos, entre ellos Fernando Henrique Cardoso de Brasil y el Premio Nobel de la Paz, Óscar Arias de Costa Rica, circularon una carta instando a Maduro a utilizar "el diálogo en lugar de la agresión para abordar la polarización política".

José Mujica, presidente saliente de Uruguay, advirtió recientemente que Venezuela podría enfrentarse a un golpe de Estado dirigido por facciones descontentas del Gobierno y por los militares si la situación continúa. "No estoy diciendo que vaya a suceder", dijo. "Pero si así fuera, la defensa de la democracia se iría al infierno", añadió.

Maduro ha descartado vehementemente tal retórica, sobre todo la idea de un "autogolpe" para disolver la legislatura e ilegalmente asumir poderes extraordinarios. "Aunque llueva, truene o relampaguee, este año vamos a tener elecciones parlamentarias", declaró esta semana.

Sin embargo, fue sólo hasta el sábado que los diplomáticos de la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), que estaban de visita en Caracas para tratar de mediar entre la oposición y el Gobierno, revelaron que las elecciones se celebrarán en septiembre. Una fecha confirmada aún no ha sido establecida por el Consejo Electoral de Venezuela.

Cecilia Sosa, expresidenta de la Corte Suprema de Justicia y miembro de la oposición, cree que Diosdado Cabello, el poderoso presidente de la Asamblea Nacional, podría llegar al extremo de pedir al tribunal superior una interpretación constitucional que permitiera el aplazamiento electoral por motivos de amenaza nacional.

Tulio Álvarez, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Central de Venezuela, dice: "Nadie en su sano juicio haría gestiones para que las elecciones fueran eliminadas. No existe ninguna disposición constitucional que permite eso. Pero se sabe que [el Gobierno] ha violado la constitución en numerosas ocasiones".

Los temores surgen a medida que las relaciones con Estados Unidos continúan deteriorándose. Caracas ordenó la semana pasada a Washington la reducción de su personal diplomático local a 17 de un total de más de 100. El presidente estadounidense Barack Obama (quien en diciembre propuso restringir los viajes y congelar los activos de funcionarios del Gobierno venezolano acusados de abusos de derechos) respondió a la medida esta semana con una orden para incrementar las sanciones declarando a Venezuela como una amenaza a la seguridad nacional.

Durante una presentación en la televisión nacional el lunes de la semana pasada, el enfurecido presidente venezolano atacó a Obama, de quien dijo que "había personalmente decidido asumir la tarea de derrotar a mi Gobierno e intervenir en Venezuela para controlarla". Un día más tarde, Maduro pidió al Congreso poderes especiales "antiimperialistas" para legislar con el fin de defender a Venezuela.

Maduro afirma con frecuencia (aunque con poca evidencia) que Venezuela enfrenta amenazas patrocinadas por extranjeros y una "guerra económica". Los críticos dicen que tales afirmaciones son una forma de desviar la atención de una economía que ha sido afectada enormemente por la caída en el precio del petróleo, el cual representa más del 90 por ciento de las exportaciones venezolanas.

Algunos analistas creen que el objetivo de Maduro es dividir una oposición ya fracturada. Los de posiciones moderadas, como Capriles, abogan por un cambio gradual, mientras que otros, como López y Ledezma, quienes están encarcelados, o María Corina Machado, quien se encuentra aún libre y quien fue despojada de su puesto en el congreso el año pasado y se enfrenta a cargos de conspiración, exigen una "transición" más abrupta.

Machado no tiene duda alguna de que el Gobierno de Maduro perdería una elección. Su temor radica en el hecho de si las elecciones se llevarán a cabo.

Ella comenta que recuerda algo que el líder cubano Fidel Castro le dijo en una ocasión a uno de los aliados políticos de Chávez: "Las revoluciones sólo llevan a cabo elecciones cuando los que están en el poder están seguros de que van a ganar. Punto".

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