Los cambios en la temperatura media anual y en las precipitaciones impactan directa e indirectamente en las condiciones de vida, la agricultura y la infraestructura del país, con lo que influyen de forma contundente en el escenario económico y plantean la necesidad de proyectar el crecimiento tomando muy en serio el elemento climático.
Bolivia corre el riesgo de perder un 8% de su Producto Interno Bruto (PIB) durante el siglo XXI, debido a las consecuencias del cambio climático en los factores mencionados. Así lo indica el estudio "La dinámica del cambio climático en Bolivia”, realizado por los investigadores Lykke Andersen y Luis Carlos Jemio, del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad), en colaboración con la Universidad Privada Boliviana (UPB).
El interés por los posibles efectos de este fenómeno sobre el clima futuro ha crecido enormemente debido al incremento de la concentración atmosférica de gases de efecto invernadero durante los últimos 50 años.
El documento del Inesad, que se perfila como uno de los más completos en materia de proyección de la economía boliviana bajo la influencia del cambio climático, especula sobre el futuro del país hasta 2100, a partir de dos escenarios climáticos que fueron preparados por el Special Report on Emissions Scenarios (SRES).
De esta manera, el estudio demuestra que el cambio climático, sobre todo las variaciones en los patrones de precipitación, puede tener impactos económicos muy importantes para Bolivia.
Impacto en el PIB per cápita
Las proyecciones sobre el crecimiento del PIB per cápita del estudio muestran que la tasa de crecimiento aumentará 2% por año al principio del periodo de proyección hasta 3% al final. El hecho que esta tasa tienda a aumentar a través del tiempo se debe también al comportamiento proyectado de la población, la cual tiende a crecer a tasas decrecientes, e incluso negativas, como se expuso anteriormente.
Con esas tasas de crecimiento proyectadas, el PIB per cápita para el año 2100 ascendería a 12.000 dólares por habitante, un nivel que supera nueve veces al observado en 2010, que fue de sólo 1.394 dólares, de acuerdo con la cotización vigente en 2007. Las tasas de crecimiento del PIB per cápita proyectadas son el resultado de las tasas de crecimiento del PIB que resultan de la simulación que hizo el estudio y de las tasas de crecimiento de la población previstas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
Cabe señalar que la tasa de crecimiento de la población presenta una tendencia decreciente hasta el año 2071 y negativa hasta el año 2100 (para esa gestión se prevé una población de no más de 17 millones de habitantes, la mayoría viviendo en ciudades). Es este comportamiento de la población el que incide fuertemente en el aumento de la tasa de crecimiento del PIB per cápita a través del tiempo.
Esas tendencias demográficas y de crecimiento tienden a producir cambios en la estructura del empleo. Las proyecciones apuntan a que el empleo en las actividades agropecuarias, incluyendo agricultura, ganadería y silvicultura, se reducirá de 31,2% en 2010 a 19,4% en 2100, mientras que el empleo en el sector de servicios, incluyendo energía eléctrica, agua, transporte, y otros servicios, aumentará de 44,6% del empleo total en 2010 a 54,7% en 2100.
Agricultura
En total, el impacto directo de eventos climáticos extremos sobre el sector agropecuario se estima en 0,55% del PIB para el año 2100. Actualmente la producción agrícola en Bolivia está marcada por un dualismo; la producción tradicional es realizada para el mercado local y para el consumo de subsistencia, y la producción industrial está organizada en superficies grandes de territorio, parcialmente mecanizada y modernizada, y con una fuerte orientación hacia la exportación.
Por otro lado, la población rural llegaría a su máximo de 3,9 millones ya en 2040 y después empezaría a caer hasta 2,6 millones en 2100. Este comportamiento poblacional implica que las futuras tasas de crecimiento de la población rural sean muchos menores que las que se han visto en el pasado, siendo incluso negativas durante la mayor parte del siglo XXI. Esto tiene importantes implicaciones para la distribución de tierra, los ingresos agropecuarios y la presión para deforestar.
Aunque el porcentaje de la población que se dedica a agricultura y ganadería decrece en el tiempo, se proyecta que la importancia del sector agropecuario dentro del PIB se mantendrá relativamente estable, decreciendo de 9,2% del PIB en 2000 hasta 8,3% del PIB en 2100; con el supuesto de que la abundancia de tierra en Bolivia brinda ventajas comparativas al sector.
Infraestructura
La destrucción de la infraestructura productiva (como carreteras, instalaciones de abastecimiento de agua, edificios educativos o servicios de salud) implica la pérdida de inversiones costosas. En países como Bolivia, donde la falta de recursos económicos para la inversión es un problema permanente, esto ocasiona la paralización de las actividades económicas en las regiones afectadas.
El estudio muestra que, bajo un escenario de cambio climático pesimista, se espera que la concentración de dióxido de carbono para el año 2100 sea de casi 850 partes por millón (ppm), mientras que bajo un escenario menos pesimista sería de 600 ppm.
Se estima que el daño por efectos del cambio climático en la infraestructura pública en el período 2071-2100 tendrá un costo económico de 93.000 millones de dólares.
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