Buiter no anticipa que la producción mundial disminuya. La idea es más bien que se presente una "recesión del crecimiento", un período de crecimiento muy por debajo de la tasa potencial de alrededor del 3 por ciento. Sería posible imaginarse un 2 por ciento o menos. Buiter estima que la probabilidad de un resultado como éste es de un 40 por ciento.
Su escenario comenzaría con China. Como muchos otros, él cree que las estadísticas oficiales han exagerado el crecimiento de China y que puede que sea tan bajo como un 4 por ciento. Esto es plausible, aunque no sea universalmente aceptado.
Y la situación pudiera empeorar todavía más. En primer lugar, una participación de inversión del 46 por ciento del producto interno bruto (PIB) sería excesiva en una economía con un crecimiento del 7 por ciento, y mucho más en una que estuviera creciendo en un 4 por ciento. En segundo lugar, una enorme expansión de la deuda, a menudo de dudosa calidad, ha acompañado a esta excesiva inversión. Sin embargo, mantener la inversión en estos niveles requeriría mucho más endeudamiento. Por último, el Gobierno central, dotado de un sólido balance, pudiera estar reacio a compensar una desaceleración de la inversión, mientras que la participación doméstica en términos de ingreso y consumo nacionales en el PIB es demasiado baja para hacerlo.
Supongamos, entonces, que la inversión se redujera drásticamente a la vez que las limitaciones de la demanda y del balance aumentaran. ¿Cuáles pudieran ser los efectos sobre la economía mundial?
Un efecto sería una disminución de las importaciones de bienes de capital. Debido a que alrededor de un tercio de la inversión mundial (a precios del mercado) se lleva a cabo en China, el impacto pudiera ser de gran magnitud. Japón, Corea del Sur y Alemania se verían negativamente afectados.
Un efecto de mayor importancia es el comercio de productos básicos. Los precios de las materias primas han caído, pero aún están lejos de haber alcanzado su más bajo nivel en términos históricos. Incluso con los precios actuales, los exportadores de materias primas están sufriendo las consecuencias. Entre ellos se encuentran países como Australia, Brasil, Canadá, los Estados del Golfo, Kazajistán, Rusia y Venezuela. Mientras tanto, los importadores netos de materias primas, como India y la mayoría de los países europeos, están disfrutando las ganancias.
Las sacudidas en el comercio interaccionan con las finanzas. Un sinnúmero de empresas afectadas se encuentran profundamente endeudadas. Las tensiones financieras resultantes fuerzan la imposición de recortes en los préstamos y en el gasto sobre ellas, lo cual directamente debilita las economías. Los cambios en las condiciones financieras agravan tales presiones. Entre las más relevantes se encuentran las fluctuaciones en las tasas de interés y en los tipos de cambio, y los cambios en la solidez percibida de los prestatarios, incluyendo los gobiernos. Los cambios tanto en los flujos de capital y en las primas de riesgo como en las políticas de los bancos centrales importantes exacerban las tensiones. En la actualidad, el cambio más importante sería una decisión por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) de elevar las tasas de interés.
Tal y como Warren Buffett lo dijo: "Tu sólo sabes quién está nadando desnudo cuando baja la marea". Según el Banco de Pagos Internacionales (BPI), el crédito a prestatarios no bancarios fuera de Estados Unidos totalizó 9,6 billones de dólares a finales de marzo. Un dólar fuerte ocasiona que cualquier descalce de monedas sea costoso. Los descalces pueden comenzar en los balances de corporaciones que no sean financieras. Pero el impacto se transmite a los bancos y a los gobiernos a través de sus pérdidas. Por lo tanto, revertir las “carry trades” (operaciones de acarreo), financiadas con préstamos baratos, pudiera sembrar el caos.
Un cambio visible es una disminución de las reservas de divisas extranjeras, impulsada por el deterioro en los términos de intercambio, la fuga de capitales y el retiro de las entradas de capital anteriores. Esto pudiera ocasionar un “endurecimiento cuantitativo”, a medida que los bancos centrales venden sus tenencias de bonos seguros a más largo plazo. Ésta es una de las formas en que las sacudidas pudieran transmitirse a los países de altos ingresos, incluso a Estados Unidos. Pero esto también depende de lo que los titulares de fondos retirados hagan con ellos y las políticas de los bancos centrales afectados.
Lo que pudiéramos experimentar, entonces, es una serie de vínculos reales y financieros: una disminución de la inversión y de la producción en China; un debilitamiento de las economías que dependen de las compras de ese país o de los precios fijados por sus compras; y reversiones de las operaciones de “carry trade”, así como variaciones en los tipos de cambio y en las primas de riesgo que ejercen presión sobre los balances.
Pero, ¿cómo pudieran responder los responsables de establecer las políticas? China seguramente permitirá que su moneda flote en lugar de seguir perdiendo reservas, sobre todo porque las reservas utilizables son menores que las cifras generales, que incluyen inversiones en infraestructura en África y lugares que no se puede vender rápidamente. El espacio normativo de otras economías emergentes es mayor que en el pasado, pero no ilimitado. Se verán obligadas a adaptarse a estas sacudidas en lugar de oponerse.
Mientras tanto, las opciones en los países de altos ingresos son limitadas: la política ha eliminado casi universalmente la expansión fiscal; las tasas de intervención de los bancos centrales están cerca de cero; y, en numerosas economías de altos ingresos, el apalancamiento privado sigue siendo muy alto. Si la desaceleración fuera moderada, no habría que hacer mucho. La mejor respuesta a una gran desaceleración pudiera ser el “helicopter money” (dinero helicóptero), creado por el banco central para estimular el gasto. Sin embargo, el uso de este recurso parece bastante improbable.
En resumen, un escenario de recesión de crecimiento global "hecho en China" es perfectamente plausible. Si llegara a suceder, una decisión de la FED de realizar ajustes actualmente sería considerada completamente insensata. No estamos hablando de la clase de desastre que acompaña a una crisis financiera mundial. Pero la economía mundial seguirá siendo vulnerable ante la adversidad hasta que China haya completado su transición a un patrón más equilibrado de crecimiento, y hasta que las economías de altos ingresos se hayan recuperado de sus crisis. Esa realidad todavía se encuentra muy lejana.
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