martes, 22 de septiembre de 2015

Las economías de Colombia, Chile y Perú se muestran resistentes frente a los problemas regionales

Mientras que muchos países de América Latina están sumidos en las crisis, las reformas previas están dando sus frutos en otros.

América Latina está sitiada. Las exportaciones de productos básicos se han derrumbado, lo cual ha socavado las divisas, provocando la salida de capitales y alimentando la inflación. El nivel de vida ha caído en todo el continente y los políticos, por lo tanto, están bajo ataque. Sin embargo, aunque este cóctel se ha vuelto tóxico en algunos países, está siendo soportado relativamente bien por otros.

Argentina y Venezuela están sumidos en crisis o casi-crisis, pero siempre fueron, por decirlo educadamente, los volátiles.

Brasil, por desgracia, se acerca rápidamente a la toxicidad ya que la rebaja de su nota crediticia viene acompañada de fallas fiscales y rumores de un juicio político a la presidenta. En el lado más positivo de la balanza, México tiene proximidad a Estados Unidos y una historia de crecimiento basado en reformas estructurales audaces, que son reales, aun cuando se demoren. Pero, ¿qué explica la capacidad de recuperación de las economías andinas?

En algunos aspectos, se parecen más bien a Brasil. La caída del precio del petróleo causó que el déficit de cuenta corriente de Colombia aumentara al 7 por ciento del PIB a principios de este año y el peso colombiano se ha depreciado casi tan drásticamente como el real brasileño. Los presidentes de Chile y Perú (Michelle Bachelet y Ollanta Humala, respectivamente) son casi tan impopulares como la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff; sin duda, sus promesas de reformas audaces se han evaporado.

Pero reformas previas y el desarrollo de instituciones más sólidas están proporcionando a los andinos una mayor estabilidad ahora. Aunque también muy expuestos a la caída de precios de los metales y el petróleo, se han basado menos en el gasto de consumo alimentado por el crédito. Y, de manera crítica, su deuda pública y balances fiscales están en mejor estado ya que no han tenido que depender de la política monetaria como su única ancla (lo que ha convertido a Alexandre Tombini, presidente del Banco Central de Brasil y una vez considerado como criatura de Dilma, en un héroe de los mercados financieros).

No obstante, una forma leve de la gripe brasileña puede estar extendiéndose a los Andes. El primer síntoma fue la sorpresiva decisión del banco central de Perú este mes de elevar las tasas de interés, revirtiendo un corte hecho tan recientemente como enero de este año. En Colombia, Banrep, que se reunirá el 25 de septiembre, podría muy bien seguir este ejemplo, según Medley Global Advisors, un servicio de investigación macro del Financial Times. Y mientras los políticos de Chile probablemente permanezcan a la espera de momento, su próximo movimiento será también un aumento a las tasas.

En las tres economías, la inflación está muy por encima del extremo superior del rango meta del banco central y la debilidad de la moneda que se consideraba temporal a principios de 2015 corre el riesgo de continuar (en parte como respuesta a las turbulencias del mercado global provocadas por China).

Que Perú haya actuado primero es, en retrospectiva, comprensible: no sólo era demasiado alta la inflación, sino que las expectativas de inflación para los próximos dos años estaban perdiendo su ancla. Además, el crecimiento (a pesar de haber caído) espera llegar al 3 por ciento por lo que la economía puede soportar un incremento de tasas. Por último, los funcionarios pueden estar preocupados por la potencial reclasificación de MSCI de Perú de mercado "emergente" a "frontera" a fines del mes, lo que podría dar lugar a nuevas salidas de capital. Las tasas más altas podrían proporcionar un antídoto.

En Colombia y Chile, las expectativas de inflación están bien manejadas. Pero cualquier señal de cambio sería una bandera roja clara para cualquier banco central y dentro de Banrep, al menos, están los que sostienen que una subida preventiva podría evitar el dolor más tarde y, con tasas reales efectivamente en cero, haría poco aun para una economía en desaceleración.

Si la Reserva Federal de Estados Unidos no "despega" en septiembre, eso podría comprarles algún tiempo. Pero parece que habrá un incremento o dos antes de fin de año. Una vez dicho esto, la credibilidad de sus políticas debería permitirles a las economías andinas evitar el tipo de ciclo debilitante y extendido de endurecimiento del que Brasil acaba de salir por el que su economía seguirá sufriendo durante mucho tiempo todavía.

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