viernes, 4 de septiembre de 2015

El “sistema deuda” asfixia a los países pobres



El Comité para la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo (CADTM) ha publicado recientemente su reporte correspondiente al año 2015, y es tajante: “La deuda permite a una minoría privilegiada acaparar una serie de rentas financieras que le permiten aumentar su patrimonio de forma permanente”, por lo que los Estados pierden “recursos necesarios para responder a las necesidades fundamentales de la población”.

El CADTM fue fundado en 1990, y hoy constituye una red internacional integrada por miembros y comités locales radicados en Europa, África, América Latina y Asia. Es coordinado por los expertos Éric Toussaint, Antonio Sanabria, Daniel Munevar y Pierre Gottiniaux.
El informe destaca además que “el aumento de la deuda y la concentración de ésta en pocas manos, engendra una redistribución de las rentas hacia los miembros más ricos de la sociedad, lo que a su vez es simultáneamente causa y consecuencia de una mayor explotación de la mano de obra y de los recursos naturales”.
Asimismo, el documento destaca una fuerte relación entre endeudamiento y desigualdad: En 2013 el 0.7% de la población mundial (32 millones de personas) acaparaba el 41% de la riqueza, mientras que el 68.7% (3.200 millones) se repartía apenas el 3% de la riqueza.
Estas tendencias han sido además corroboradas por otro informe, de Oxfam de 2014, donde dicha organización afirma que las 80 personas más ricas del mundo tienen la misma riqueza que el 50% más pobre, y que la concentración de riqueza y desigualdad van en constante aumento.

Crecimiento de
la deuda del sur
El impulso que gozó la globalización a partir de los años 70s del siglo pasado, así como la liquidez que fluía del petróleo hacia los bancos occidentales fueron factores claves, que sumados a las necesidades de financiación de los países pobres para proyectos de industrialización y desarrollo, generaron el “boom” de los préstamos.
En principio, las tasas de interés eran variables, vinculados a los tipos de interés oficial de EEUU, lo que hacía atractivos a estos préstamos atractivos en principio, pero a finales de la década de los 70s el interés aumentó repentinamente: tasas de 4 o 5% pasaron a 16 o 18%.
Casi al mismo tiempo, los precios de las materias primas de los que eran (y siguen siendo) dependientes los países en desarrollo cayeron, y en poco tiempo los montos a pagar crecieron mucho mientras los ingresos de los deudores bajaban. Esta tendencia continúa hasta la actualidad en una especie de efecto “bola de nieve”.
Datos presentados por el CADTM dan cuenta de que entre los años 70 y el año 2012, los montos de África y Oriente Medio se multiplicaron por 73; los de Asia y países de Europa Central, del Este y Turquía (PECOT) se multiplicaron por 102; y los de Latinoamérica crecieron 165 veces.
En otro cálculo, el Comité señala que, en el mismo periodo de tiempo, África y Oriente Medio pagaron 145 veces su deuda inicial, Asia (y PECOT) 163 veces, y América Latina ha pagado 407 veces su monto inicial.
Según el CADTM, la deuda externa se ha convertido en un “instrumento de bombeo de recursos económicos de los países en desarrollo a los países acreedores”, y si se calculan las transferencias netas (monto recibido por los préstamos y el total de los pagos de capital interés) se puede concluir que los “países en desarrollo son acreedores netos de los países desarrollados”.

Contradicciones
del “sistema deuda”
Con todo, el informe revela que la deuda de los países en desarrollo es ampliamente inferior” a la de los países desarrollados: Mientras la deuda de la UE y de los EEUU superan los 14 y 15 billones de dólares respectivamente (millones de millones), la deuda de todos los países en desarrollo juntos no llega siquiera a los 2 billones.
“Eso muestra que la anulación de la deuda de los países del Tercer Mundo es fácilmente realizable en el plano económico y financiero. De hecho, es una cuestión política, por ser condición necesaria (pero no suficiente) para garantizar el respeto de los derechos humanos en esos países”, resalta el CADTM.
El informe también demuestra que, por ejemplo, “se gasta 134 veces más en decirle a la población lo que debe comprar (gastos de publicidad) que la suma destinada al Programa de Alimentación Mundial de las Naciones Unidas para luchar contra el hambre en el mundo”.
En efecto, el gasto anual mundial en publicidad en 2012 fue de 557 mil millones de dólares, mientras que las sumas movilizadas por el Programa alimentario mundial de Naciones Unidas en 2010 apenas alcanzaron los 4 mil millones. Y ni qué decir del gasto militar anual a escala mundial: 1.7 billones (millones de millones) de dólares.
Pero datos adicionales muestran también que la responsabilidad de las clases dominantes de los países en vías de desarrollo no es poca cosa.
Mientras los gobiernos de estos países siguen teniendo deudas considerables con los bancos del Norte, el CADTM revela que “las grandes empresas y las personas más ricas residentes en esos países en desarrollo poseen cuentas en esos mismos bancos que equivalen a 14 veces el valor de esas deudas públicas”.
“Eso demuestra la necesidad de luchar contra la fuga de capitales y por la recuperación de los bienes detraídos a las poblaciones de los países en desarrollo, que fueron y son expoliadas por las clases dominantes locales”, destaca el informe.



El “sistema deuda”

Según el CADTM, éste consiste en “la utilización de recursos públicos para pagar a los acreedores en detrimento de la satisfacción de necesidades y derechos fundamentales de la población”, y donde “la relación entre acreedores y deudores está terriblemente desequilibrada a favor de los primeros”.
Ante esta situación, el CADTM, junto a otras organizaciones, plantea la necesidad de realizar auditorías de la deuda bajo control ciudadano, a fin de clarificar su origen y determinar la parte que debe ser considerada como ilegítima y/o ilegal, para así anularla.
Pero además, el Comité considera que los países en desarrollo endeudados deben aplicar medidas urgentes y complementarias: “socialización del sector bancario y de seguros con el fin de transformarlo en servicio público, reforma radical del sistema de impuestos en favor de la gran mayoría de la población, expropiación (nacionalización) del sector energético y transformación en servicio público”.

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