viernes, 4 de septiembre de 2015

Expertos advierten: hay que aprovechar la crisis de China



Si bien la división internacional del trabajo y la inversión extranjera directa (IED), en gran medida influenciadas por China, han profundizado el carácter primario-exportador de las economías latinoamericanas en los últimos años, expertos advierten que el tipo de desarrollo del gigante asiático está cambiando y puede significar una importante oportunidad para Latinoamérica.

Según las palabras de Rebecca Ray, investigadora de la Universidad de Boston “en los últimos cinco años, la relación entre América Latina y China ha estado dominada por América Latina enviando algunas materias primas a China y China exportando bienes manufacturados hacia América Latina”.
Sin embargo, el bajón de la economía china (tema del que todos están hablando hoy en día) se suma a un importante viraje de las prioridades del gobierno del gigante asiático: un énfasis en crecimiento lento pero sostenido, priorizando el consumo interno de sus ciudadanos sobre la producción industrial.
Este nuevo panorama, dice Ray, puede repercutir en la creación de nuevos espacios para importar bienes manufacturados de otros países.

China y su rol en la
“reprimarización” de
Latinoamérica
Hasta el momento, distintos reportes y análisis, como el del Boletín Económico China-América Latina de la Iniciativa Mundial de Gestión Económica (GEGI, en inglés), dan cuenta de que las exportaciones regionales a China “crean menos empleos, generan más gases de efecto invernadero netos y usan más agua que otras exportaciones de América Latina y el Caribe”.
Por su parte, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), muestra que para el caso de Bolivia, la IED está mayoritariamente orientada a sectores extractivos y que “por cada millón de dólares provenientes de IED se crearon apenas 1,1 puestos de empleo directo”.
Salvando las diferencias entre países, economistas como Eduardo Basualdo y Enrique Arceo han advertido que estas son tendencias regionales en los últimos años.
Por su parte, Arlene Ramírez, de la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China, señaló que incluso países antes considerados como los más grandes e industrializados de la región, como Brasil, han sido “arrastrados” por el rápido crecimiento de la economía china y con ello habrían pasado de exportar más productos con alto valor agregado a la exportación de más materia prima, para la producción de acero en China.
Argentina siguió el mismo camino, pero beneficiándose “del aumento (temporal y volátil) de los precios de la soya”, perdiendo espacio “como proveedor de productos con mayor valor agregado”, explica la investigadora.
Ahora que las prioridades de China están pasando de la exportación industrial hacia el fortalecimiento de su mercado interno, la región latinoamericana puede encontrar finalmente una oportunidad para reencaminar (o empezar a encaminar) sus economías y exportaciones hacia una muy urgente diversificación.
Especialistas que participaron en el Foro de Cooperación América Latina-Asia del Este, llevado a cabo en Costa Rica entre el 18 y el 21 de agosto (con participación de cancilleres y altos funcionarios de 36 países), advirtieron que los líderes de la región deben asumir las iniciativas y plantear alternativas económicas de mayor valor agregado.



Oportunidad a partir de la crisis

La norteamericana Rebecca Ray considera que el bajón chino puede “afectar a las economías que dependen de estas materias primas”. Pero en contraste, “las inversiones chinas en infraestructura pueden ayudar a otras industrias” que aprovechen la inversión en transporte y energía, que son dos grandes ejes para los asiáticos.
Para Keiji Inoue y Sebastián Herreros, de la Cepal, siempre y cuando estos proyectos de infraestructura estén “alineados con las prioridades de los países de la región”, podrían ayudar a “cerrar gradualmente la brecha de infraestructura que caracteriza a América Latina, y de este modo a fortalecer la integración regional y mejorar su competitividad internacional”.
Es cierto que, según reportes de la propia Cepal, entre 2010 y 2013 casi el 90 por ciento de la inversión china en la región se dirigió a actividades extractivas (particularmente minería e hidrocarburos).
Pero también Inoue y Herreros consideran que ahora, “el rebalanceo (chino) apunta a reducir la importancia relativa de la inversión y de las exportaciones en el crecimiento de su economía, apoyándose en un mayor peso del consumo de los hogares”.
Sin embargo, estos efectos todavía pueden tardar años en verse, y por lo que, para efectivizarlos, recomiendan a los lideres latinoamericanos: dar pasos “ambiciosos” hacia la consolidación de la región como un bloque comercial.
Con esta visión coincide el coordinador del Centro de Estudios China-México, Enrique Dussel, quien en contacto con la agencia de noticias IPS, destacó que ante las señales actuales “la responsabilidad y necesidad de una toma de decisión está del lado de América Latina y el Caribe, no de China”.
“Se requiere también avanzar más decididamente hacia un mercado regional verdaderamente integrado. Ello aumentaría el atractivo y el poder de negociación de América Latina frente a China, el resto de Asia y los otros grandes actores de la economía mundial”, advierten los investigadores de la Cepal.

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