lunes, 6 de julio de 2015

Grecia: la voz de un pueblo

Los medios de comunicación y las instituciones financieras parecen no entender que la crisis griega no empezó este 2015 con la elección de Tsipras y su Gobierno de izquierda.
Quiero contarles un cuento que empezó el 1 de enero de 2001, cuando Grecia fue el duodécimo estado de la Zona Euro y ya traía malas notas de entrada, puesto que tenía una deuda pública del 100% de su Producto Interno Bruto (PIB), mientras que la Zona Euro promediaba un 68%.
Registraba un déficit de 3,7% de su PIB cuando el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que los europeos no cumplieron, prescribía un máximo de 3%. Este fue el pecado original de la Eurozona.
Sin embargo, lo increíble de este cuento es que en el año de 2009 Grecia había alterado sus indicadores fiscales y formalmente registraba un déficit fiscal de 3,7% del PIB cuando en realidad era 15,9%, tal como se muestra en el gráfico 1. ¿Cómo pudo haber en una zona monetaria común ese hueco cuando los países deben mantener una disciplina fiscal? Este fue el primer pecado mortal del Eurogrupo.
Pero lo paradójico de este relato es que para salvar de la insolvencia a la afligida Grecia se reunieron tres príncipes: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo monetario Internacional (FMI) y -en mayo de 2010- conformaron un paquete de 110.000 millones de euros, en el cual contribuyó el FMI con 30.400 millones de euros, con un acuerdo Stand By, donde impuso sus clásicas condiciones: austeridad, disminuyendo los gastos fiscales hasta 2014 en 6% del PIB y aumentando los ingresos (impuestos) en 4,6% del PIB.
Pero, la verdadera intención de los príncipes no fue rescatar a la princesa, sino al dragón con 30.000 millones de euros de garantía de los bonos gubernamentales que tenían los bancos hasta llegar a 130.000 millones de euros. Además, el paquete contemplaba un vasto programa de privatización de empresas públicas.
Sin embargo, este primer salvataje fracasó y la princesa seguía insolvente, por lo que tuvo que aplicarse -en marzo de 2012- un nuevo paquete de 130 millones de euros, en el cual el FMI contribuyó con 27.800 millones de euros a través del Servicio Ampliado (EFF, por sus siglas en inglés). Del aporte de los príncipes del euro, 48.200 millones de euros fueron a la recapitalización del dragón, perdón, de los bancos.
Los logros económicos de los que se vanagloria el FMI son la reducción del déficit fiscal de 15,9% en 2009 a 3,5% del PIB, aunque se había programado llegar debajo del 3%, y un superávit en el balance fiscal primario, que excluye intereses del 1%. Además, una balanza de pagos en cuenta corriente equilibrada, después de registrar en 2009 un déficit de 9% del PIB.
El problema es que la princesa griega sigue insolvente, pero debe más, porque aumentó su deuda pública de 297.200 millones de euros en 2009, equivalentes a 127% de su PIB, a 322.000 millones de euros en 2014, un 177% del PIB. Pero cambió la composición de su deuda, siendo la Troika el principal acreedor con 77% del total (un 60% a los países del Área del Euro, 10% al FMI y 6% al Banco Central Europeo).
Los logros encubiertos y que callan varios colegas que echan la culpa de la crisis a los jubilados, es la caída del nivel del PIB en más del 20%.
Así, mientras la deuda crecía también caía el PIB y aumentaba el desempleo, de 9,6% en 2009 a un record europeo de 26,5%. Y, para que sigan confiando los jóvenes en la austeridad, más de la mitad de ellos están buscando trabajo. Por eso, tuvo que venir este año un príncipe valiente anti austeridad para rescatar a la princesa de las garras de la troika.
No sé donde están las mentes brillantes de los economistas, porque sólo escuché las voces, tempranamente en la BBC Mundo, de dos premios Nobel en economía; de Krugman, que dijo de la "austeridad es para los tiempos de bonanza y no para tiempos de crisis” y de Stigliz, que exclamó valientemente que las naciones europeas acreedoras "son las culpables” de la crisis griega y las condiciones que imponen al gobierno de Atenas son "indignantes”.
De todo este cuento resulta que la Troika se hizo corresponsable entre 2010-2014 de los dos ajustes realizados y debe asumir sus consecuencias. Este domingo que se escuchen las voces del pueblo y ojalá este cuento tenga un final feliz.
* El autor, economista, fue presidente del Banco Central de Bolivia.

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