Por otro lado, el PNUMA proporciona y ofrece algunas recomendaciones propias de la
economía normativa, al proponer políticas económicas concretas que desde su punto de
vista resultan indispensables para conseguir la transición hacia la economía verde. En esas
políticas, el PNUMA expresa juicios de valor tales como: justicia social, mecanismos de
asignación de recursos, mediciones y puntos de vista de la desigualdad y la pobreza y
cómo erradicarla a través de la economía verde, el papel que deben jugar los gobiernos,
por mencionar las principales.
El PNUMA enfatiza que el concepto de “economía verde” no sustituye al de “desarrollo
sostenible”, pero hay un creciente reconocimiento de que el logro de la sostenibilidad
requiere casi indispensablemente de contar con una economía adecuada y correcta. La
sostenibilidad sigue siendo un objetivo vital a largo plazo, y para alcanzarlo es necesario
enverdecer la economía. La economía verde no pretende ocupar el lugar del desarrollo
sostenible. Más bien, es una forma de alcanzar dicho desarrollo a nivel nacional, regional
y mundial, estando en consonancia e incluso ampliando la aplicación del Programa 21.12
Durante décadas, para crear riqueza se ha seguido un modelo de “economía marrón”
que no abordaba de manera sustancial problemas tales como la marginación social o el
agotamiento de los recursos, con lo que todavía estamos lejos de alcanzar los Objetivos
de Desarrollo del Milenio hacia el 2015. La economía verde es entonces el mecanismo
para alcanzar el objetivo final -el desarrollo sostenible- que considera la inclusión social, la
erradicación de la pobreza y la sostenibilidad de largo plazo del capital natural.
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