sábado, 1 de diciembre de 2012

Crecimiento Económico - I

En los textos de economía -la mayoría de los cuales han sido escritos en y para el primer mundo- el crecimiento de un país se establece en base al mayor o menor valor que tengan los bienes y servicios que en un año hayan sido producidos en ese país. 
Ese valor usualmente se designa con el nombre de Producto Interno Bruto: PIB. No obstante, debe señalarse que en América Latina existen seis realidades que invalidan equiparar el crecimiento de un país con el valor de su PIB; incluyendo aquella cruel paradoja gestada por los emigrantes que huyen del desempleo, pero cuyos envíos de remesas a sus familias, ciertamente hacen crecer el PIB del país que huyen. La Tercera Vía enfrenta esa realidad y resuelve esa paradoja al utilizar el nivel de empleo como el verdadero parámetro que determina el crecimiento de una economía. 
Desde luego, como se demuestra en el mencionado libro, determinar el nivel de empleo no debe limitarse a calcular el número de gente que trabaja, sino que el análisis también debe incorporar los aspectos relevantes a la eficiencia y productividad laboral; así como las políticas de generación de trabajo y empleo, que se adapten en la práctica a las condiciones concretas de cada país. Esas condiciones, en América Latina, suelen presentarse en el lado opuesto de aquellas que caracterizan al primer mundo. Así, mientras en el mundo industrializado se tiende a crear grandes empresas o fábricas, invirtiendo en ellas una gran proporción de bienes de capital a ser operados por el mínimo número de empleados que sea posible; en nuestros países predomina la situación inversa. 
Como lógico resultado, las empresas del primer mundo alcanzan una muy alta productividad en relación al número de sus trabajadores; no en relación a su abundante capital. Es esa 3 productividad relativa la que se refleja en su estructura de precios; en la cual un alto nivel de sueldos y salarios, se complementa con un reducido costo del capital y con bajas tasas de interés. En contraste, en Latino América, la carencia de capital y la abundancia de mano de obra, generan una baja productividad de sus trabajadores y un paupérrimo nivel salarios. 

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