Se espera que este año la economía de Brasil se contraiga casi un 25 por ciento en términos de dólares estadounidenses debido a la depreciación de la moneda y la profundización de la recesión, según cifras del Gobierno.
El Ministerio de Planificación de Brasil reveló en una presentación acerca del presupuesto que se esperaba que este año el producto interno bruto fuera de 1.812 billones de dólares, 23 por ciento inferior a los 2.353 billones del año previo, conforme la presidenta Dilma Rousseff intenta desactivar un programa de estímulo que data ya de varios años que ha desangrado las finanzas públicas.
"Sabemos que en un modelo populista se tiene un sentido falso de la prosperidad a corto plazo", dijo Alberto Ramos, economista de Goldman Sachs. "Así que después del populismo viene el ajuste y el ajuste es, básicamente, simplemente revertir todas estas ganancias falsas".
La economía brasileña enfrenta una resaca a causa del final del superciclo de las materias primas y los esfuerzos del Gobierno por prolongar un auge impulsado por el consumo y el crédito.
Gran parte de la esperada caída de la economía brasileña en términos de dólares este año se debe a la depreciación prevista de alrededor del 21 por ciento del real frente al dólar, de 2,66 a finales de 2014 a un estimado de 3,22 a finales de 2015, según el Ministerio de Planificación.
Pero la magnitud de la depreciación muestra los desafíos que enfrenta Brasil en su intento por estabilizar su economía en contracción.
En lo que va de este año el real brasileño fue la divisa de peor desempeño frente al dólar entre los mercados emergentes importantes después de la lira turca, con un descenso del 10,7 por ciento frente al dólar, según un índice elaborado por JPMorgan.
El Ministerio de Planificación estima que la economía de Brasil se contraerá 1,2 por ciento este año en términos de moneda local en comparación con el año anterior, lo que sería su peor desempeño en 25 años.
Brasil perdió empleos en abril por primera vez en ese mes desde que comenzaron los registros en 1992, según datos proporcionados por el Ministerio del Trabajo el viernes. El país perdió casi 98.000 puestos de trabajo formales el mes pasado, sorprendiendo a los analistas que habían pronosticado la creación de cerca de 50.000 puestos.
Las cifras se anunciaron un día después de que los datos de la oficina nacional de estadísticas de Brasil (IBGE) mostraran que la tasa de desempleo del país alcanzó el 6,4 por ciento en abril, su nivel más alto en cuatro años.
Por su parte, el banco central está aumentando las tasas de interés para tratar de reducir la inflación, que ha sobrepasado el rango objetivo de 4,5 por ciento, más o menos dos puntos porcentuales. El Ministerio de Planificación estima que la inflación cerrará el año en 8,26 por ciento.
Para tratar de restablecer la decreciente confianza de los inversionistas, el Gobierno ha anunciado un plan de austeridad o "ajuste" para balancear sus finanzas después de que Brasil el año pasado reportara su primer déficit presupuestario primario (el balance antes del pago de intereses) en más de una década.
El viernes anunció que congelaría 69,9 mil millones de reales en gastos discrecionales (costos administrativos y de inversión) y aumentaría los impuestos a los bancos y casas de bolsa, entre otras medidas. Busca un superávit fiscal primario de 1,2 por ciento del PIB, aunque muchos economistas creen que gestionará menos del 1 por ciento.
"Esto es parte de un gran esfuerzo fiscal por parte del Gobierno para cumplir con su objetivo principal", dijo Nelson Barbosa, ministro de Planificación.
Pero a los economistas les preocupa que incluso si los esfuerzos del Gobierno para generar un superávit fiscal primario de este año tienen éxito, el crecimiento económico no va a recuperarse con la suficiente fuerza en 2016 como para aliviar el impacto de las medidas de austeridad.
Brasil tendrá que poner en marcha reformas para fomentar la inversión para obtener un mayor crecimiento, dijeron.
"Es un gran reto lograr mejores números fiscales bajo un entorno económico tan débil", dijo David Beker, economista de Bank of America Merrill Lynch.
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