Sí, los mercados financieros han negociado racionalmente hasta la fecha y dejan ver que no habrá una indiscriminada venta masiva o una repetición de la crisis financiera de 2008. Sin embargo, al ajuste a la baja en los precios de los activos que ya ha tenido lugar, le seguirá un extendido período de incertidumbre a medida que Reino Unido y la UE negocien la separación.
Esto probablemente significa un prolongado período de sentimiento de aversión al riesgo y un intento de continuar invirtiendo en el dólar y otros activos seguros como el yen y bonos estadounidenses, japoneses y suizos. En estas circunstancias, los activos de los mercados emergentes, particularmente los líquidos, como el peso mexicano, permanecerán bajo presión.
Los legisladores deberían preparar una respuesta. Ya se habla de que el referendo de Reino Unido fue una llamada de atención para que las élites occidentales se aseguren de que los frutos de la recuperación mundial, aunque escasos, se distribuyan más ampliamente.
Sin embargo, la intervención monetaria (que agradaría enormemente a los japoneses) no hará más que proporcionar cierta estabilidad a corto plazo. Las tasas de interés europeas y japonesas pueden aventurarse un poco más en territorio negativo; el Banco de Inglaterra puede recortar las tasas una o hasta dos veces; y la Reserva Federal puede seguir esperando... ahora quizás al menos hasta diciembre. Sin embargo, es dudoso que alguna de esas estrategias haga algo para expandir el crédito y fomentar la actividad económica.
Existe más esperanza de que el "Brexit" desencadene un agresivo estímulo fiscal por parte de Europa a la vez que Alemania finalmente se despoja de su autoimpuesta restricción en relación con la reducción de deuda para ofrecer recortes de impuestos e inversión en infraestructura. Eso ayudaría real y psicológicamente. La cuestión es si tal respuesta se puede ampliar para incluir la mayor parte de los países del G7 y si se producirá a tiempo.
Mientras tanto, éste parece ser uno de esos períodos en los que las perspectivas de cada empresa, sector o incluso país significarán poco ante la amplia presión de venta. A pesar de lo dicho, las economías asiáticas que pueden apoyarse en una sólida demanda interna parecen estar mejor posicionadas para lidiar con este nuevo clima de inversión que las de Latinoamérica o de Europa, del Medio Oriente y de África. Los países latinoamericanos ya están agobiados por una falta de crecimiento, por una excesiva inflación y, en numerosos países, por un caos político. Y Europa Oriental se verá perjudicada por sus estrechos vínculos con la problemática UE, mientras que Sudáfrica y Turquía tienen sus propios problemas económicos y de gobernabilidad.
En Asia, la mayoría de los banqueros centrales y los legisladores de asuntos económicos están bastante seguros de que podrán sobrellevar la volatilidad durante las próximas semanas. Las divisas asiáticas estuvieron, por supuesto, atrapadas en los movimientos iniciales de aversión al riesgo, y los funcionarios del mercado de cambio de divisas, o Forex, de numerosos países asiáticos probablemente estaban llevando a cabo operaciones para protegerse contra la depreciación "excesiva", pero, en su mayor parte, los niveles del cambio de divisas se mantienen lejos de los mínimos observados durante el pasado año, y muy lejos de los niveles que justificarían una acción más agresiva.
La mayoría de los países emergentes de Asia se concentra en los mercados chinos y en la reacción del Banco Popular de China (PBoC, por sus siglas en inglés) ante cualquier fuerza sostenida del dólar, dado que los agudos efectos secundarios regionales experimentados durante agosto pasado y de nuevo en enero de 2016 fueron principalmente impulsados por la depreciación del yuan. El PBoC, sin embargo, tiene una mayor comprensión del Forex en esta ocasión, ha sido proactivo con la provisión de liquidez y es probable que sea la personificación de la estabilidad durante las próximas semanas.
La política monetaria para algunos (sobre todo para Indonesia y Malasia) probablemente se suspenda a corto plazo dada la significativa proporción de extranjeros titulares de bonos del Estado, los cuales dan prioridad a la estabilidad de la moneda para calmar a los inversores.
Otros, como Corea del Sur, Taiwán y Tailandia (con constantes superávits mensuales de cuentas corrientes y con menor proporción de participación extranjera en el mercado local de bonos) tal vez no estén demasiado preocupados por la debilidad de la moneda frente al dólar, y es posible que tranquilamente observen cualquier depreciación para asegurarse de que sigue las tendencias regionales.
Los bancos centrales de la región en su mayoría consideran el "Brexit" como una fuente potencial de mayor presión a la baja sobre el comercio mundial, lo cual probablemente conducirá a una reevaluación de las perspectivas de crecimiento durante la segunda mitad del año.
Si bien hubo poco optimismo de que el comercio mundial experimentaría un auge significativo, los legisladores han estado esperando que las exportaciones toquen fondo, una proyección que pudiera entrar en cuestión dependiendo de cuánto se vea afectado el crecimiento de Reino Unido y de Europa. Esto significa que los legisladores asiáticos serán aún más dependientes de las políticas nacionales para estabilizar el crecimiento este año, lo cual aumenta la probabilidad de un mayor apoyo fiscal y monetario.
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