El hundimiento de las acciones de la banca italiana disparó las alarmas en la Unión Europea (UE), ante el temor de que una mala gestión de la larga crisis que arrastra el sector financiero peninsular termine transformándose en un nuevo descalabro similar o superior al Brexit.
La difícil situación de la gran banca de Italia, con un total de créditos de dudosa recuperación de 360.000 millones de euros, se agravó seriamente después del referendo británico del 23 de junio, llevando a una pérdida en su capitalización bursátil de hasta el 33 por ciento.
Por primera vez en su historia, Italia enfrenta una caída de grandes dimensiones de sus entidades financieras, en particular el emblemático Monte dei Paschi, el segundo banco del país y el más antiguo del planeta ya que fue fundado en el siglo XV.
Pero también el primer banco italiano, UniCredit, enfrenta enormes problemas por la alta cuota de préstamos morosos. En total, los 360.000 millones mencionados representan el 20 por ciento del PBI de Italia.
Desde el estallido de la crisis de 2008, las entidades financieras italianas ingresaron, como el resto de los bancos europeos, en una dinámica de incapacidad de pago y quiebras, de las cuales se tuvieron que hacer cargo varios Estados, entre ellos Gran Bretaña y España.
Algo que Roma se negó a hacer, confiando en una recuperación lenta de unas instituciones consideradas muy prudentes.
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