miércoles, 27 de junio de 2012

Devaluación, candidatos y crisis del euro

Leo Zuckermann Leo Zuckermann es analista político y académico mexicano. Posee una licenciatura en administración pública en El Colegio de México y una maestría en políticas públicas en la Universidad de Oxford (Inglaterra). Asimismo, cuenta con dos maestrías de la Universidad de Columbia, Nueva York, donde es candidato a doctor en ciencia política. Trabajó para la presidencia de la República en México y en la empresa consultora McKinsey and Company. 
Fue secretario general del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), donde actualmente es profesor afiliado de la División de Estudios Políticos. Su columna, Juegos de Poder, se publica de lunes a viernes en Excélsior, así como en distintos periódicos de varios estados de México. En radio, es conductor del programa Imagen Electoral que se trasmite en Grupo Imagen. En 2003, recibió el Premio Nacional de Periodismo. 
Firmado por Adam Thomson, el prestigiado diario británico The Financial Times publicó la semana pasada un artículo que decía: “El jueves, el peso mexicano cayó a un mínimo de tres años después de que una encuesta influyente mostrara al candidato de la izquierda para la elección presidencial de julio ganándole terreno al principal candidato centrista”. Se refería a la encuesta del periódico Reforma que ponía a López Obrador a cuatro puntos de distancia de Peña Nieto. Aunque Thomson también reconocía que la devaluación del peso “fue impulsada por los decepcionantes datos económicos de Estados Unidos”, el corresponsal dedicó su artículo a hablar de la elección presidencial mexicana. 
Después de leer esta nota, le hablé a Raúl Feliz, economista del CIDE y uno de los analistas financieros más serios y mejor informados del país, para preguntarle si la devaluación del peso se debía al miedo de los inversionistas ante el surgimiento de López Obrador en las encuestas. Raúl fue contundente: “De ninguna manera”. 
Para Feliz, el peso se estaba devaluando por la crisis del euro y una de sus posibles consecuencias: la desaceleración en el crecimiento económico de Estados Unidos y, por tanto, de México. En otras palabras, no era la política electoral la que le estaba pegando a nuestra moneda sino la incertidumbre económica internacional. El miércoles, en un interesante y serio artículo de Rogelio Ramírez de la O en El Universal, el que sería el secretario de Hacienda, en caso de que López Obrador ganara la Presidencia, argumenta que “el peso se ha debilitado por la crisis económica de España”. Explica a profundidad la crisis del euro que se ha extendido de Grecia a la Península Ibérica y el problema que tienen los europeos para mantener su unidad monetaria. Afirma que “el principal canal de transmisión de la crisis española a México es el sistema financiero y en concreto el tipo de cambio del peso. Esto porque los bancos españoles necesitan capital en Madrid y otros inversionistas necesitan cubrir riesgos. Los dos bancos españoles representan casi 40% de nuestros depósitos. Han hecho y seguirán haciendo repatriación de utilidades y por eso la presión sobre el peso seguirá siendo extraordinaria durante el tiempo que dure esta crisis”. Desgraciadamente el artículo de Ramírez de la O es sólo de diagnóstico y no prescriptivo. Hubiera sido muy interesante saber qué haría el gobierno de López Obrador, en caso de ganar el próximo primero de julio, para paliar los efectos negativos de la crisis europea en México, lo cual me lleva al punto central de este artículo. Quedan pocos días en las campañas presidenciales y los mexicanos no sabemos qué harían los candidatos en caso de ganar la presidencia para enfrentar un problema económico que ya tenemos encima. Mucho se habla de sus propuestas para mejorar la educación, salud o vivienda pero nada de un asunto tan urgente como es la reacción de México frente a la crisis del euro y sus posibles consecuencias. López Obrador ya reveló que, de ganar, nombraría a Ramírez de la O como su secretario de Hacienda. Ahora tendrían que decirnos qué van a hacer a partir del 2 de julio para defender a la economía mexicana frente a la tormenta internacional que ya tenemos encima. En el caso de Peña Nieto y Vázquez Mota, mandarían un mensaje de mucha seriedad y responsabilidad si en estos días anunciaran quién sería su secretario de Hacienda, en caso de ganar, y qué políticas pondrían en marcha a partir del 2 de julio de manera coordinada con la administración saliente del presidente Calderón. Esto le inyectaría una buena dosis de certidumbre a la economía nacional en un momento delicado de gran turbulencia internacional debido a la crisis del euro. *Esta columna fue publicada originalmente en Excelsior.com.mx

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