martes, 19 de junio de 2012

¿Cómo evitar el corralito?


Fuentes de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el Bundesbank, el propio ex primer ministro griego, Lukas Papademos, con más o menos responsabilidad, con más o menos frivolidad, están pidiendo a los Estados que elaboren planes de contingencia ante la posibilidad de que Grecia salga del euro. El Bundesbank, incluso, con un poco de chulería ha dicho que sus consecuencias no serán para tanto. Eso mismo debió de pensar el Gobierno americano cuando decidió dejar caer Lehman Brothers y ello provocó un verdadero terremoto en los mercados y en la economía real. Podemos confiar en que todo esto sea un paripé para meter miedo a los griegos, que no voten a la coalición de izquierdas liderada por Tsipras y apoyen masivamente a los partidos que ya se han comprometido con las medidas pro-rescate.
Pero, imaginemos por un momento que, tras las elecciones, Grecia rompe con Europa. Los analistas dicen que uno de los principales riesgos es una fuga de depósitos de los bancos de los países más endeudados, como Portugal, Irlanda, España e Italia, ante la especulación de que podría seguir el mismo camino de Grecia. "Cuanto más se dediquen los políticos a plantear una discusión abierta sobre la salida de España del euro, más probable es que los españoles, irlandeses y portugueses saquen el dinero de sus bancos locales", afirma Andrew Stimpson, analista de Keefe, Bruyette & Woods, en declaraciones a Bloomberg.
Es posible que esto ya esté sucediendo. Según datos del Banco Central Europeo, los bancos griegos, italianos, españoles y portugueses habrían perdido 80.600 millones de euros en depósitos tanto de particulares como de empresas desde finales del año 2010, es decir, un 3,2% del total. En cambio, los bancos alemanes y franceses han visto incrementado el volumen de sus depósitos en 217.400 millones de euros, un 6,3% en el mismo periodo. Como dijo en una ocasión el gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, quizás no sea racional iniciar una fuga de depósitos, pero sí lo es participar si ya se ha desencadenado. El influyente Wolfgang Münchau decía en Financial Times esta semana que, en estas
circunstancias, lo irracional sería que los griegos mantuvieran sus depósitos en su país en estas
circunstancias. Ni aunque sus bancos vayan a realizar una recapitalización por 18.000 millones de
euros próximamente.
Por eso, los posibles planes de contingencia que se pongan en marcha en Europa para controlar la posibilidad de que Grecia abandone el euro o los efectos secundarios de los continuos comentarios que seguro no terminarán dentro de un mes, cuando se hayan celebrado las elecciones griegas y se haya creado un nuevo Gobierno, deben tener muy presentes a la banca.
En este sentido, ya son varios los analistas que consideran que se debería crear un mecanismo que proteja los depósitos de los bancos de la zona euro. Un fondo de garantía de depósitos paneuropeo. "Un esquema de este tipo no resolvería todos los problemas de la zona euro. Pero sí dentendría la dinámica que podría destruirla pronto", aseguraba Münchau. Quizás no serviría lo que plantean Thomas Wacker y Juerg de Spindler, economistas de UBS: establecer garantías uniformes para los depósitos de toda la zona euro. Porque, quizá tiene razón Münchau y no podamos tener mucha fe en la garantía a los depósitos que ofrece
España, porque el fondo de garantía de depósitos está vacío y el Estado no tiene mucho margen fiscal, sobre todo con un coste creciente de la deuda.
La única institución con verdadera capacidad de garantizar todos los depósitos europeos (hasta una determinada cantidad por titular, claro está) es el Banco Central Europeo, como apunta el consejero delegado de PIMCO, Mohamed El-Erian. Efecto en la deuda pública y su contaminación al sistema financiero Si Grecia sale del euro, los agujeros de los bancos no vendrían sólo de la fuga de depósitos, también de la depreciación de la deuda que tienen en cartera. Sí, todavía mayor. De hecho, el grueso de la deuda española está en manos de las entidades domésticas. Al término del primer trimestre, el volumen de deuda española en manos extranjeras era sólo de un 34%. A finales de 2011, este porcentaje era del 40%. En 2008 era del 60%. Algo parecido ocurre en Italia: los inversores extranjeros sólo tienen un 32% de los bonos del país. Y, según Fitch, este proceso continuará durante los próximos trimestres. Y a mayor velocidad si la salida de Grecia del euro dispara los rumores sobre la salida de más países. Ese agujero de los bancos por la caída del valor de los bonos incrementa la desconfianza del mercado hacia ellos y, a su vez, contribuyen a que la deuda se deprecie todavía más. Una espiral destructiva.
El Banco Central Europeo vuelve a tener la clave. Hollande, no seas tan maximalista En este contexto, la cumbre informal de los líderes europeos del miércoles fue otra ocasión desaprovechada para hablar de todo esto. El nuevo presidente francés, François Hollande, tiene muy buenas intenciones, pero fue con el programa de máximos a la reunión, los eurobonos. Y ya sabe la respuesta de Alemania, que es y seguirá siendo un "no". Hay que ser más pragmático y, en estas circunstancias, paliar los problemas a que nos enfrentamos a corto plazo: que el BCE compre bonos en el mercado secundario (y, quizás, también en el primario) y que garantice todos los depósitos de la zona euro.
Tampoco estaría de más que alguien en Europa saque la bandera democrática, que cunda el respeto al resultado de las próximas elecciones griegas y el ánimo de diálogo con el Gobierno del que él salga, aunque ello suponga una renegociación de los términos del rescate y su condicionalidad. Y, aunque con esfuerzo, mantener al país en el euro. Eso, seguro, ayudaría a los mercados, a los ahorradores y a los bancos.

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