martes, 14 de abril de 2015

Riqueza mundial aumentará la carga del sistema de salud

A comienzos del siglo XX, la esperanza de vida promedio mundial era de 31 años. Hoy en día, está cerca de los 70. Esto sirve, en gran parte, como testimonio de una mejor atención médica. Las enfermedades como la poliomielitis y el sarampión han sido controladas por las vacunas y, en el caso de la viruela, erradicada.

Sin embargo, estos avances del siglo XX significan que el mundo se enfrenta a un nuevo reto en el siglo XXI. A pesar de que menos personas mueren como consecuencia de enfermedades infecciosas, un número creciente de ellas vive suficiente tiempo como para desarrollar enfermedades crónicas tales como cardiopatía, cáncer, diabetes y demencia.

Esto es cierto, no sólo en los países ricos como Estados Unidos, donde el 86 por ciento de los gastos médicos se dedican a las enfermedades no contagiosas. Cada año, las condiciones crónicas representan alrededor del 60 por ciento de las muertes a nivel mundial, tres cuartas partes de ellas en los países en desarrollo.

El peso de esta carga sólo aumentará a medida que el desarrollo económico exponga a más personas en Asia, África y América Latina a factores tales como un estilo de vida sedentario y una mayor longevidad. "La cantidad de personas en nuestro planeta mayores de 60 años se ha duplicado desde 1980 y este grupo representará a más de una de cada cinco personas en 2050", afirma la Organización Mundial de la Salud.

Un creciente número de personas pudientes, en proceso de envejecimiento y susceptibles a las enfermedades crónicas podría parecer una garantía de crecimiento para la industria de los servicios médicos. Los gastos de asistencia médica en China, por ejemplo, se prevé que aumenten en un 14 por ciento al año entre 2013 y 2017, según el Economist Intelligence Unit (EIU, por sus siglas en inglés). Incluso es probable que el maduro mercado estadounidense crezca en un promedio anual del 4,4 por ciento durante el mismo período.

Sin embargo, estos costos causan estragos en los Gobiernos, las compañías aseguradoras y los pacientes, y plantean dudas sobre la sostenibilidad de los modelos de asistencia médica existentes. Desde el racionamiento de medicamentos contra el cáncer por parte del National Health Service del Reino Unido hasta el incremento de los gastos por cuenta propia del paciente en Estados Unidos, la prueba de ello es evidente en todo el mundo desarrollado. Las presiones de costos no son menos graves en los países en desarrollo.

La presión sobre los precios no es nada nuevo en los sistemas de salud pública de pagador único de Europa, los cuales han utilizado durante mucho tiempo su poder de negociación para imponer un descuento del 30 al 40 por ciento en el precio de los medicamentos en comparación con el mercado fragmentado de Estados Unidos.

Pero hay señales de que incluso Estados Unidos se ha vuelto más consciente con respecto a los costos desde que el presidente Barack Obama luchó por incrementar el acceso al seguro de salud a través de la Ley de Asistencia Asequible. Un ejemplo de lo anterior lo constituye la reacción negativa por parte de los políticos y las aseguradoras ante el alto costo de los nuevos medicamentos contra la hepatitis C.

En China, el establecimiento de medidas drásticas contra el soborno entre los fabricantes de medicamentos, que atrapó a Glaxo Smith Kline del Reino Unido, en parte fue un reflejo del deseo de Beijing de enfrentar el problema de los costos inflados. Así también lo fue la agresiva estrategia de India al impugnar las patentes de medicamentos y aumentar la disponibilidad de medicamentos genéricos de bajo costo.

Este ambiente está forzando a las compañías farmacéuticas a trabajar más arduamente para demostrar que sus productos y servicios proporcionan beneficios medibles a los pacientes a un costo accesible. Y también se están intensificando los esfuerzos para reducir el costo del desarrollo de un nuevo fármaco estimado en 2,56 mil millones de dólares en promedio.

Se espera que el auge de la tecnología digital para el cuidado de la salud, y la consiguiente proliferación de los datos del paciente, ayuden a proporcionar soluciones. Las aplicaciones y sensores móviles tienen el potencial de no sólo proporcionar información en tiempo real sobre el estado de salud de un individuo, sino también de revelar las tendencias de la población en conjunto, lo cual podría aumentar la eficiencia de la investigación médica y la prestación de servicios.

Sin embargo, existe una gran brecha entre la promesa de esta revolución y la realidad de la infraestructura actual de la asistencia médica. Pascale Richetta, vicepresidenta para Europa occidental y Canadá de AbbVie, la compañía farmacéutica estadounidense, afirma que se gastan demasiados recursos en costosos hospitales diseñados para proporcionar cuidado médico relacionado con condiciones agudas, más que crónicas. "Tenemos que trasladar la prestación de servicios médicos de los hospitales al hogar y a la comunidad", declara.

Richetta añade que debe haber un mayor enfoque en la prevención y el diagnóstico temprano de las enfermedades, y cita el ejemplo de los centros ambulatorios establecidos en España para proporcionar intervención temprana contra los trastornos musculoesqueléticos, tales como el dolor de espalda. Se estima que estos centros han ahorrado 11 euros por cada euro invertido al reducir los costos de cuidado médico a largo plazo y el absentismo laboral.

De acuerdo con esa medida, algunos países están en mejor posición que otros. Los resultados del estudio Health Outcomes and Spending Index de EIU de 2014 colocaron a Japón y Singapur entre los países de mejor desempeño en cuanto a resultados y rentabilidad. Estados Unidos, por el contrario, sólo obtuvo el puesto 33 basado en sus resultados, por debajo de Líbano y Costa Rica, a pesar de ser el país con mayores gastos por persona de los 166 países estudiados.

El índice puso de relieve el abismo en cuanto a los gastos entre 9.216 dólares por persona en Estados Unidos y 96 en Sierra Leona, país en último lugar y uno de los más afectados por el brote del virus de Ébola. Este virus fue un recordatorio de que los avances médicos del siglo pasado no se comparten equitativamente. La expectativa de vida en África bajó desde la década de 1990 a causa del sida.

Nuevos fármacos permiten a las personas con VIH tener esperanzas de vida normales, y prometedoras vacunas y tratamientos contra el virus de Ébola se están acelerando en su paso a través de las pruebas experimentales. Ha habido descubrimientos importantes en relación con enfermedades crónicas tales como el cáncer. Pero los descubrimientos científicos pueden demostrar ser la parte fácil de la ecuación en comparación con la satisfacción de la demanda de tratamientos asequibles.

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