martes, 1 de diciembre de 2015

Macri enfrenta batalla con el banco central de Argentina

Es una medida de los desafíos que enfrenta Mauricio Macri como presidente electo de Argentina que en la víspera de su victoria electoral, mientras el champán se enfriaba en la nevera y la mayoría de las mentes argentinas estaban en otro lugar, el banco central emitiera un decreto furtivo que le permite atracar de los depósitos bancarios.

En un intento de reforzar las precariamente bajas reservas de divisas, la institución ordenó a los bancos argentinos vender la mitad de sus activos en dólares a un tipo de cambio desfavorable. Para el equipo de Macri fue sólo otra razón por la cual el jefe del banco central Alejandro Vanoli tiene que ser despedido.

"El banco central es nuestro problema más urgente", dijo Federico Pinedo, diputado y uno de los líderes del partido Pro de Macri, quien ha presentado una demanda judicial contra Vanoli que provocó una redada policial en el banco hace dos semanas.

La medida llegó al corazón de los problemas más acuciantes que enfrentará Macri cuando asuma la presidencia el 10 de diciembre: qué hacer con el sobrevaluado tipo de cambio de Argentina y cómo desmantelar mejor los controles de capital.

Pocos temas son más divisivos en un país donde la gente considera el dólar como reserva de valor y donde el gobierno saliente de Cristina Fernández ha utilizado todos los trucos disponibles para apuntalar el peso argentino con el fin de sugerir que todo marcha bien.

"Si vemos los números, que no mienten, muestran claramente que en cuanto a la economía, el Gobierno de Cristina Fernández no hizo muchas cosas buenas", dijo Luis Secco, economista argentino.

Dejando a un lado los problemas legales de Vanoli, los otros aprietos del banco central de Argentina son claros, sobre todo porque Macri se ha comprometido a desmantelar su sistema de control de divisas el "primer día" de su presidencia, en un intento de restaurar la confianza del mercado.

El tipo de cambio oficial es de 9,6 pesos por dólar, pero en el mercado negro se cotiza a aproximadamente 15. Por lo tanto, para apoyar el tipo de cambio oficial, el banco central tiene que vender dólares por pesos. Sin embargo, carece de suficientes dólares como para hacerlo de forma indefinida.

La alternativa lógica es devaluar el peso, sobre todo porque la moneda de Brasil, el mayor socio comercial de Argentina, ha caído un 45 por ciento frente al dólar durante el último año, mientras que el peso ha perdido sólo 14 por ciento.

La devaluación del peso "es una de las más esperadas en la historia de Argentina", dijo Secco, quien argumentó que la política de tipo de cambio actual es insostenible dado que las reservas de divisas se encuentran casi a sus niveles mínimos en 10 años.

Según el banco central, las reservas son de menos de 26 mil millones de dólares. Pero Nicolás Dujovne, economista, dijo que las reservas líquidas son de sólo 2,7 mil millones. Por otra parte, están cayendo de forma "peligrosamente" rápida, habiendo disminuido en más de mil millones en noviembre.

Ése es el telón de fondo de las dos recientes medidas del banco central.

Una es la orden del 21 de noviembre de que los bancos comerciales deben vender la mitad de sus tenencias en dólares a la tasa oficial. Dujovne estimó que la medida, que recuerda la nacionalización de los fondos de pensiones del Gobierno en 2008, podría añadir 1,2 mil millones de dólares a las reservas.

La otra ha sido el intento del banco central antes de las elecciones de apuntalar el tipo de cambio oficial mediante la venta de alrededor de 17 mil millones de dólares en contratos futuros de esta moneda.

El esquema, bajo el cual los inversionistas pueden comprar dólares con una anticipación de seis meses por aproximadamente 11 pesos por dólar, esencialmente garantiza beneficios saludables si hay una devaluación antes de esa fecha. Eso ha producido una "demanda casi ilimitada" por parte de los inversionistas, dijo Pinedo.

Sin embargo, como una forma de apuntalar el peso, esto también garantiza virtualmente grandes pérdidas para el banco central. De ahí la denuncia judicial presentada contra Vanoli, quien ha sido acusado de dañar el patrimonio nacional mediante la venta de futuros a una tasa artificialmente baja.

En su primera conferencia de prensa como presidente electo, Macri pidió a Vanoli, quien ha dirigido el banco central desde octubre de 2014, que renunciara.

Vanoli se ha negado a hacerlo antes de que termine oficialmente su mandato en 2019.

Las complicaciones del banco central van aún más lejos. Si el banco carece de reservas, los economistas dicen que le será difícil al Gobierno entrante eliminar los controles de capital y evitar que el tipo de cambio alcance un nivel mucho más débil.

Eso, a su vez, alimentaría la inflación que ya se encuentra a más del 20 por ciento.

Además, la rápidamente creciente inflación de Argentina se debe a un colapso en la independencia del banco central, el cual se ha visto obligado a imprimir dinero para financiar un déficit fiscal estimado en un 7 por ciento del producto interno bruto.

Aunque Macri insiste en que quiere eliminar los controles de capital y unificar el tipo de cambio, existe un desacuerdo dentro de su equipo con respecto a cuán rápidamente se debe abrir la economía después de más de una década de aislamiento de los mercados internacionales.

Esa cuestión (además de las consecuencias políticas de una medida repentina y la posibilidad de que se encuentren otras bombas financieras de tiempo en las bóvedas) explica el llamado hecho el lunes pasado por Macri a tener "paciencia", cuando se le preguntó sobre sus planes económicos precisos.

"Realmente no tenemos buena información. Todavía no conocemos la situación exacta que estamos heredando", dijo.

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