Después de ganar un referendo en junio contra las condiciones ofrecidas por la eurozona, Tsipras accedió en julio a cumplir con los términos de un nuevo programa de la eurozona de 86 mil millones de euros a tres años bajo condiciones que no diferían tanto de las que él había persuadido al pueblo griego de que rechazara. Después de una división dentro de su partido, Tsipras ganó otras elecciones en septiembre. Sin embargo, los controles de capital impuestos en junio siguen en vigor y la economía ha vuelto a caer en una recesión.
¿Existe una buena probabilidad de que la recuperación económica tome impulso en 2016? Estaba pensando en esto cuando visité Atenas la semana pasada. Mi conclusión fue que sí existe una oportunidad. Pero no es, por desgracia, muy buena.
El punto de partida tiene que ver con las diferencias de opinión entre las partes principales: el Gobierno griego y la más amplia comunidad política; el Fondo Monetario Internacional (FMI); y los acreedores de la eurozona, especialmente Alemania.
Como Tsipras dejó claro la semana pasada, uno de sus objetivos es evitar otro programa con el FMI. Él encuentra las exigencias por parte de este organismo difíciles de soportar. En términos más generales, Tsipras opina que "mientras más pronto nos alejemos del programa de rescate, mejor será para nuestro país". Él señaló: "Si Grecia completa la primera revisión de avance en enero, vamos a estar cubriendo más del 70 por ciento de las medidas fiscales y financieras en el acuerdo". Él espera que Grecia pronto recupere su soberanía o, con el FMI fuera de panorama, al menos sólo tenga que hacer frente a otros europeos.
El Gobierno de Atenas también es optimista sobre el futuro económico. Tsipras espera que se eliminen los controles de capital restantes en marzo de 2016 y que Grecia recupere el acceso a los mercados internacionales de capital a finales del año. Los bancos han sido recapitalizados por menos de lo que se temía y la confianza en el sector bancario está regresando. El Gobierno también espera que el crecimiento económico se reanude pronto.
Sin embargo, el Gobierno tiene la esperanza de un mayor alivio de la deuda. El FMI está de acuerdo. Esto también es plausible. El Banco de Grecia prevé que los intereses adeudados de la deuda pública aumentarán de un 2 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) hasta 2021 a más del 8 por ciento en 2022, y luego se quedarán en más del 4 por ciento hasta la década de 2040. En gran medida, la sostenibilidad depende de las condiciones de la nueva deuda. Si la eurozona posibilitara que Grecia obtuviera perpetuamente préstamos bajo los términos de triple A, la deuda sería sostenible. De lo contrario, probablemente no lo sea.
El FMI argumenta que la deuda griega se ha convertido en insostenible sólo porque el Gobierno no cumplió con sus compromisos. Eso es dudoso. La capacidad de Grecia de poder cumplir nunca fue creíble. Además, mientras que el FMI apoya a Grecia en el alivio de la deuda, es muy escéptico de su capacidad para llevar a cabo reformas estructurales en la ausencia de un consenso político sobre el reconocimiento de que las reformas son aconsejables. El FMI insiste, en contra del Gobierno, que el país está muy por detrás de donde estaba hace un año en cuanto a reformas, y que ha dado marcha atrás en áreas importantes.
También es probable que se produzca un considerable déficit fiscal primario (antes del pago de intereses) el próximo año.
Una pesadilla específica para el FMI es el insosteniblemente generoso gasto en pensiones. El Gobierno dice que cortar las pensiones todavía más es imposible. El FMI responde que las transferencias fiscales al fondo de pensiones de un 9 por ciento del PIB y los enormes recortes en los gastos discrecionales son insostenibles.
Los acreedores de la eurozona no están de acuerdo con el FMI sobre la necesidad de un mayor alivio de la deuda. Pero Alemania, al menos en gran medida, quiere que el FMI siga siendo un prestamista. Tan grande es la desconfianza alemana en relación con este gobierno griego y con la Comisión Europea (CE) que desea que se imponga una condicionalidad a Grecia al estilo del FMI de una manera más o menos indefinida. Pero ni al Gobierno griego ni al personal del FMI agrada esta posibilidad. El primero la detesta porque quiere carta blanca; el segundo porque teme que no existan las condiciones para tener programas exitosos. Siendo esto así, no pueden, en buena conciencia, hacer una recomendación a la junta.
En la actualidad existen demasiados obstáculos para el logro de un progreso exento de problemas: la revisión del programa de la eurozona se vence a principios del próximo año; el programa del FMI expira en marzo; la fragilidad de la economía y, en general, la falta de confianza dentro de Grecia, y entre el país y los acreedores. Con la salida actualmente descartada por ambas partes, y con un sólido consenso político en Grecia de que debe encontrarse una forma de permanecer dentro de la eurozona, estas fricciones debieran ser manejables. Pero definitivamente no se trata de un caso de "vivir felices para siempre". Éste es un mal matrimonio en el que los dos "miembros de la pareja" están de acuerdo solamente en que el divorcio sería peor y en el que el consejero busca una manera de abandonar a la pareja pendenciera.
Entonces, ¿cómo puede ser que termine este caos? Una posibilidad es que se promulgue lo suficiente del paquete de reformas y que un repunte suficiente posterior a la crisis económica convenza al Gobierno griego de continuar con las reformas, generando así un círculo virtuoso de reforma y crecimiento. Otra posibilidad es que el programa fracase una vez más, debido al fracaso de la economía misma. El Gobierno entonces caería y sería sustituido por uno que estuviera en pro de las reformas y que fuera más exitoso. Sin embargo, otra posibilidad es que un gobierno exitoso no surja y que Grecia finalmente salga de la eurozona.
Esto es para el largo plazo. Pronto, sin embargo, habrá que tomar decisiones, incluso por el FMI. En el fondo de todo esto yace el desbarajuste político en España, el descontento en Italia y la crisis migratoria, en la cual Grecia está en primera línea.
Elevé mi mirada hacia el Partenón. Está envejecido, dañado y en reparación. Sin embargo, espero que permanezca en pie por muchos milenios más. Europa, también, está envejecida, dañada y en reparación. Yo espero que Grecia prospere dentro de una eurozona estable. Sí, sigue siendo mayormente una esperanza.
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