Pero el precio no es lo único que mueve a los chinos a comprar artículos de lujo. Entran en España con la maleta vacía y vuelven a casa con ella repleta de bolsos y zapatos de marca, ropa de alto nivel, tratamientos de belleza exclusivos, relojes y joyas de gama alta. Por ese orden, según la consultora Nielsen. «Han sustituido a los constructores del boom inmobiliario, ahora son ellos los nuevos ricos», afirma el empleado de una joyería de La Moraleja, en Madrid.
Sin embargo, China ha dejado de crecer a un ritmo de dos dígitos como en los últimos años. El "lunes negro” del pasado agosto, cuando la Bolsa de Shanghai cayó un 8,5% y arrastró a los parqués de todo el mundo, fue un anticipo de lo que puede ocurrir si China se constipa. ¿Qué efectos tendría una desaceleración del gigante asiático en el mercado del lujo? Algunas marcas, como Burberry y Hugo Boss, han rebajado sus previsiones de crecimiento para el año que viene por la desconfianza que transmite Pekín. Sin embargo, no deja de ser una medida alarmista, ya que sigue creciendo al 7%, muy por encima de los países emergentes de su alrededor.
Lo más importante para el mercado del lujo es la potente clase media china que se ha construido durante los últimos 10 años. «La desaceleración no tendrá apenas impacto», piensa Luis Llorca, director general de Global Blue en España, una compañía que presta servicios de tax free.«Cada año acceden a la clase media en China 40 millones de ciudadanos; todos ellos entran en el segmento de viajes, y, por tanto, en el circuito de compras». La tendencia es creciente: según la OCDE, el 66% de la clase media provendrá de Asia en 2.030, unos 2.000 millones de consumidores potenciales.
Para muchas empresas dedicadas al lujo, los clientes chinos han sido su salvación durante la crisis. Y creen que seguirá siendo así. Tiendas exclusivas de la calle Serrano de Madrid y del paseo de Gracia de Barcelona reconocen que hasta el 70% de sus ventas dependen del cliente asiático, sobre todo chino. La mayoría tiene dependientes que hablan su idioma y conocen sus normas de cortesía, e incluso algunos complejos comerciales, como Las Rozas Village, organizan la Chinese Route, una ruta por sus tiendas de lujo preferidas.
El termómetro nacional en materia de consumo, El Corte Inglés, también se ha rendido al cliente chino: ha reforzado la atención comercial creando espacios específicos para atenderles en su propio idioma, les guían hasta sus marcas favoritas, envían las compras a sus hoteles y gestionan el tax free sin coste alguno... No son supermillonarios, sino gente trabajadora que sale de su país dispuesta a gastar. «Esta clase media no se destruirá, es un objetivo del Gobierno chino potenciarla para minimizar la brecha social», explica Margaret Chen, presidenta de China Club Spain. «También está promocionando el gasto, quiere cambiar la costumbre ancestral de ahorrar de los chinos para impulsar la productividad».
Esa robusta clase media es la que destina su salario de meses para comprarse un bolso de Loewe, unos zapatos Jimmy Choo o un reloj Cartier, tres de sus marcas preferidas, además del consabido iPhone, un fetiche que no puede faltar en el bolsillo de un chino con dinero.
«La apariencia es importante para ellos, el lujo es símbolo de estatus, un premio a su ascenso social», explica Susana Campuzano, directora del Programa Superior del Lujo de IE Business School. El reconocimiento dentro del grupo es fundamental, una distinción que se consigue sobre todo exhibiendo objetos exclusivos. «Vienen de siglos de pobreza y ahora tienen dinero y quieren algo extraordinario», añade Chen. «El chino es caprichoso y ve normal gastarse el ahorro de años en un bolso o un reloj que se le antoje».
Más de 300.000 chinos visitaron España en 2014, y se prevé que la cifra llegue al millón este año. El gasto ha crecido paralelamente al espectacular aumento de la renta per cápita del país: de 1.000 euros en 2004 a 5.700 euros este año.
Las ventas en España a consumidores chinos se han multiplicado por 55 desde 2006, según Global Blue. Estos turistas gastan una media de 1.000 euros en cada compra que realiza en España, la misma cantidad que un ciudadano de la UE en una semana de estancia. «Yo he visto compras en joyas tax free por valor de más de un millón de euros por un particular chino», cuenta Llorca.
Pueden sacrificar la visita al museo, pero no conciben los viajes sin shopping. «Prefieren comprar los artículos en un país europeo y no en Shanghai o Pekín, por el glamour que otorga haberlos adquirido fuera y para evitar las falsificaciones», apunta Ricardo Alcón,director de la división de lujo de Nielsen.
Y si falla esta poderosa clase media, el mercado del lujo tiene dónde apuntar: cada semana se crea un nuevo multimillonario en China, que no perderá su fortuna de la noche a la mañana.
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