domingo, 8 de febrero de 2015

Europa, ¿eliminará la troika?

La idea comenzó a planear en las grandes capitales europeas hace varios años. Pero, desde que el partido de izquierda radical Syriza ganó las elecciones en Grecia y sus dirigentes anunciaron su negativa a seguir tratando con la troika, los días de ese organismo parecen contados.
La troika, esa terna de instituciones internacionales integrada por el Banco Central Europeo (BCE), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea (UE), facilitó hasta ahora los fondos necesarios a los programas de rescate de los países europeos en dificultad. Hoy, transformada por los griegos en símbolo de las políticas de austeridad, podría disolverse o transformarse en un "trío”, en una suerte de "task force” que represente los intereses de los principales acreedores de Grecia.
En esa nueva versión, probablemente no participe el BCE, mientras que el papel del FMI sería mucho más discreto.
La prensa alemana aseguró que el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, quería "suprimir la troika”. La versión fue confirmada por la vocera de la CE, Margaritis Schinas. Pero advirtió: "no estamos pensando en una nueva fórmula”.
La idea no es nueva. Una reforma de ese triunvirato ya estaba presente en el programa de campaña de Juncker, en marzo de 2014, antes de ser designado presidente de la CE.
"En el futuro deberíamos reemplazar la troika por una estructura legítimamente democrática, organizada en torno de las instituciones europeas, con un control parlamentario reforzado, tanto a nivel europeo como nacional”, decía.
El Parlamento Europeo también se había mostrado muy crítico en una investigación publicada el año pasado. En Grecia, según ese documento, la troika privilegió los recortes presupuestarios en vez de las reformas estructurales. Tampoco tuvo suficientemente en cuenta el problema laboral ni el drama social del país.
El informe subrayó que la troika estaba constituida exclusivamente de "tecnócratas, de segundo nivel”, lo que conspiró contra su eficiencia: "¿Cómo podían los responsables griegos aceptar los diktats de simples funcionarios de Bruselas sin sentirse profundamente humillados?”, concluía.
Durante la gira europea del flamante gobierno griego, la idea ganó adeptos: tanto París como Roma parecieron alinearse con la posición de Juncker y de Atenas. Pero aún queda por convencer a Alemania, líder europeo de la ortodoxia.
Tomado de La Nación
de Buenos Air

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