La respuesta a la primera pregunta es que Estados Unidos tiene una demanda mucho más fuerte, con relación a la producción potencial de las otras grandes economías: la eurozona, China y Japón. La respuesta a la segunda es que impondrá una fuerte presión deflacionaria y debilitará la demanda por la producción de Estados Unidos, por lo que es más difícil ajustar la política de lo que se imagina la Reserva Federal.
Como Daniel Alpert de Westwood Capital señala: "Ninguna economía es una isla". Esta toma de conciencia es lo que faltaba en el análisis ofrecido la semana pasada por Jürgen Stark, exmiembro de la junta directiva del Banco Central Europeo, quien argumentó: "Alemania mantuvo de forma fiable una política económica prudente. Mientras otros vivían por encima de sus medios, Alemania evitó el exceso”. Sin embargo, ingresos y gasto deben tener sentido a nivel mundial. Algunos pueden vivir dentro de sus posibilidades y otros no lo hacen. El prudente depende de los imprudentes.
Por otra parte, lo que se vio en la eurozona antes de la crisis fue la combinación de bajas tasas de interés con un florecimiento de la capacidad de financiación transfronteriza. Como argumenta Michael Pettis de la Universidad de Pekín, es casi seguro que la excesiva alza de ahorros con respecto a la inversión en Alemania causó exceso de endeudamiento y de gasto en otras partes.
La economía mundial es un sistema integrado. El hacer caso omiso de esta realidad es inútil.
Las personas que dudan de este hecho sólo deben preguntarse cómo las tasas de interés nominales y reales a largo plazo se mantuvieron tan bajas por tanto tiempo. No es el resultado de la flexibilización cuantitativa, ficción en gran medida irrelevante. Los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido pueden endeudarse por 30 años en 2,4 por ciento y 2,6 por ciento, respectivamente, en términos nominales, y en cerca de cero, en términos reales.
Los desequilibrios entre ingresos privados y gasto deseado son ahora enormes en la eurozona, China y Japón. Todas estas economías se verían beneficiadas si tuvieran superávits de cuentas corrientes mucho mayores. Todas están implementando, o tal vez lo hagan, políticas monetarias y de otros tipos que puedan lograr este resultado. Las contrapartes de estos excedentes no pueden ahora ser países emergentes y en desarrollo. Las contrapartes ideales son países que pueden soportar los riesgos de grandes entradas netas de capital. Por mucho, el más capaz es Estados Unidos, por su tamaño y capacidad de endeudarse en dólares, que sigue siendo la moneda del mundo.
Los motores en estos tres gigantes son fuertes. En los tres, el resultado es la progresiva relajación de la política monetaria, de manera radical en Japón y la eurozona.
En la eurozona, la "parada súbita" de préstamos a economías vulnerables desencadenó crisis y despidos en sectores privados y públicos. En la ausencia de cualquier expansión en países acreedores (culturalmente imposible, dicen unos) la eurozona tuvo problemas para llegar a ser una Alemania más grande. Entre 2008 y 2013, la cuenta corriente de la eurozona pasó de un pequeño déficit a un superávit de 2,8 por ciento del PIB. Esto amortiguó la caída en el PIB: mientras que la demanda interna real se contrajo 5,9 por ciento entre el primer trimestre de 2008 y el primero de 2013, el PIB real se contrajo 3,5 por ciento.
Hoy en día, las políticas monetarias del BCE sólo funcionarán si el euro en caída ayuda a promover un “boom” de las exportaciones netas. Es difícil creer en un “boom” sostenible del gasto interno, dadas las grandes deudas en los países vulnerables, la ausencia de la expansión fiscal y el hecho de que los hogares y las empresas en los países acreedores se muestran reacios a gastar.
China se enfrenta a retos similares. En el período previo a la crisis, balanceó la economía con un superávit comercial que alcanzó el 9 por ciento del PIB en 2007. A raíz de la crisis, reemplazó las exportaciones perdidas con un enorme auge de la inversión alimentado por el crédito, el cual causó que la inversión subiera a la mitad del PIB.
¿Cómo gestionará ahora China sus excesos de ahorros sin sufrir una profunda recesión? Las respuestas tal vez incluyan un aumento de su superávit comercial, promovido por el debilitamiento de su tasa cambiaria.
Por último, está Japón. Allí, el sector empresarial es la principal fuente de exceso de ahorros. Pero, a diferencia de Alemania, Japón estuvo dispuesto a compensar el enorme del sector empresarial con un enorme déficit financiero en el sector público, resultando en excepcionalmente altos niveles de deuda pública. La política monetaria ultra flexible de hoy no eliminará el exceso de ahorro. Un resurgimiento del superávit de la cuenta corriente podría, sin embargo, paliar las consecuencias. Una vez más, la fortaleza del dólar y el yen débil sólo pueden ayudar a la causa.
En un mundo en el que los sectores privados de las grandes economías sufren el síndrome de deficiencia de demanda crónica, estamos seguros de ver la caza de cualquier vestigio de demanda. En su Panorama Económico Mundial de octubre de 2008, el Fondo Monetario Internacional analizó la caída de los desequilibrios mundiales y se inclinaba a creer que sería algo duradero. Esto podría ser una perspectiva demasiado optimista. Por lo menos, los consumidores estadounidenses, una vez más, tienen que estimular no sólo su propia economía, sino también la mayor parte del resto del mundo. Esta vez, es poco probable que funcione por mucho tiempo. También será un trabajo muy duro. La Reserva Federal debe tomar nota de esto.
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