martes, 23 de diciembre de 2014

Cigarros cubanos para todo el mundo

El 7 de febrero 1962, John F. Kennedy convirtió la política de EEUU, ahora conocida como el embargo cubano, en ley. El día antes de hacerlo, el presidente de EEUU ordenó a un ayudante que le comprara 1.000 cigarros Petit Upmann. Solo cuando Kennedy se enteró de que su solicitud había sido llevada a cabo fue que autorizó las nuevas regulaciones que prohibían las importaciones cubanas.

Hoy, 52 años después, Barack Obama ha revertido parcialmente esta ley. Los cambios que ha hecho no equivalen a una derogación total del embargo –eso requiere una ley del Congreso–. Sin embargo, los cambios son profundos. Reconocen que la política de EEUU hacia la isla no ha logrado su objetivo de cambio. Obama es, después de todo, el onceavo presidente de EEUU que se enfrenta a una Cuba socialista. Reconocen que el embargo de EEUU a menudo ha envenenado la diplomacia en la región. Y los cambios reconocen que, durante más de medio siglo, el embargo de EEUU ha sido emblemático del enfoque de intimidación de Washington hacia la isla socialista, lo cual le ha ganado a Cuba simpatía internacional, que la dictadura de los hermanos Castro no hubiera disfrutado de otro modo.

La liberación, el 17 de diciembre, del contratista estadounidense Alan Gross de una cárcel cubana es la causa inmediata de la modificación de la política, que permitirá, entre otras medidas, el uso de tarjetas de crédito y débito de EEUU en la isla. Además, tres espías cubanos presos en EEUU serán devueltos a la isla. Pero el impulso ha estado en evolución desde hace varios años.

En el lado estadounidense, los jóvenes votantes cubano-americanos que han alcanzado la mayoría de edad han transformado los cálculos políticos internos, especialmente en la Florida. En 2000, tres de cada cuatro votantes cubano-americanos votaron por los republicanos en las elecciones presidenciales. Pero en 2012, las encuestas de salida mostraron a los cubano-americanos divididos 50/50.

De hecho, los cubano-americanos han sido de los defensores más entusiastas de un acuerdo. Aunque varios legisladores cubano-americanos importantes siguen siendo fuertes opositores de un acercamiento, más de 300.000 de sus compañeros viajaron a Cuba el año pasado. También envían cerca de $us 3.500 millones anualmente a sus familiares. Los exiliados de Cuba siguen siendo parte de la solución para la isla – no, como tan a menudo se pensaba, parte del problema.

La isla también ha cambiado. Fidel Castro se ha retirado. Su hermano menor, Raúl, ha tomado su lugar. Aunque no ha habido una reforma del sistema político, existe la iniciativa. Hay críticas abiertas, una prensa disidente incipiente e incluso una supuesta fecha –2018– cuando Raúl dejará el cargo.

La transformación en Cuba
También han habido algunas reformas económicas durante el mandato de Raúl. Las ventas de casas y automóviles ahora son legales; también lo es ser dueño de teléfonos celulares. Han surgido miles de pequeñas empresas privadas, así como algunos grupos más grandes, organizados como cooperativas. Estas reformas están muy lejos de la liberalización económica que necesita la economía cubana de estilo soviético.

Estas medidas son más que cosméticas, también son irreversibles y la nueva política de EEUU tiene por finalidad fomentarlas aún más. Debido a que el benefactor actual de Cuba, Venezuela, está atrapado en una espiral económica descendente que solo se ha acelerado con la caída de los precios del petróleo, cualquier medida que busque incentivar mayores reformas puede estar abriendo una puerta.

¿Cuáles son los cambios en la política de EEUU? En esencia, implican la eliminación de la torpe burocracia estadounidense de las relaciones entre EEUU y Cuba, y su sustitución por el libre ejercicio de contacto ciudadano. Se ampliarán los viajes. Los límites a las transferencias financieras serán eliminados. Las empresas estadounidenses podrán vender ciertos bienes libremente –tales como equipos de telecomunicaciones–. Las relaciones diplomáticas formales serán restablecidas –aunque vendrán acompañadas de críticas más severas (y también más creíbles) de los abusos contra los derechos humanos en Cuba–.

El presidente también ha ordenado una revisión de seis meses de la designación de Cuba como un "estado patrocinador del terrorismo". Incluso el Departamento de Estado ya no intenta justificar esta etiqueta, que devalúa la palabra de Washington en los asuntos internacionales de terrorismo y desencadena sanciones financieras internacionales contra Cuba. La eliminación de esta última medida puede ser la más valiosa de todas para La Habana.

Hay más que queda por hacerse antes de que se establezcan plenas relaciones entre Cuba y EEUU, como en el caso de Vietnam. Pero, mientras tanto, el Sr. Obama ha hecho todo lo que puede dentro de su ámbito de competencia ejecutiva, incluyendo una nueva regla que permite a los ciudadanos de EEUU importar hasta $us 100 de cigarros cubanos. Al igual que la nueva política en sí, esto quizás no sea suficiente para comprar 1.000 Petit Upmann, pero sí permite disfrutar un buen cigarro

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