lunes, 4 de abril de 2016

India es una luz en una sombría economía mundial

Hace 40 años trabajé en la economía de India para el Banco Mundial. Desde entonces, he estado fascinado con el país. La capacidad de esta enorme y pobre nación para sostener una democracia vibrante ha sido una de las maravillas políticas del mundo. Sin embargo, su rendimiento económico fue inferior de lo que pudiera haber sido.

A pesar de las mejoras en las políticas y en el desempeño desde la crisis de 1991, éste sigue siendo el caso. Sin embargo, India es actualmente la gran economía de más rápido crecimiento del mundo. ¿Qué pudiera suceder en el futuro?

Continuidad

Con esta pregunta en mente visité Nueva Delhi hace poco. Es difícil juzgar lo que sucede en términos de rendimiento y de política inmediatos. Pero surgen cuatro conclusiones. En primer lugar, el gobierno del partido nacionalista indio Bharatiya Janata (BJP, por sus siglas en inglés) del primer ministro Narendra Modi -quien estuvo en el poder desde 2014- representa continuidad en lugar de una transformación a favor del mercado, la cual numerosos partidarios ingenuamente anticipaban. Segundo, el rendimiento y las expectativas a corto plazo parecen ser favorables en relación con el pasado inmediato y con lo que está ocurriendo en casi todo el resto del mundo. En tercer lugar, el rendimiento a mediano plazo también debiera ser aceptable, siempre y cuando el Gobierno ponga en práctica las reformas que ya ha esbozado. Esto se debe, en parte, a que India conserva un enorme potencial. Sin embargo, en cuarto lugar, también enfrenta riesgos externos e internos. El éxito no se debe dar por sentado.

Consideremos el carácter del Gobierno. Se centraliza en la oficina del Primer Ministro. Su orientación es más hacia la gestión que hacia los mercados, y más hacia los proyectos, que hacia las políticas. No mostró inclinación alguna hacia la privatización o reestructuración radicales de los ineficientes monopolios públicos. Sigue gastando enormes sumas de dinero en subsidios ineficientes. Para ser justos, la cámara alta, la cual el Gobierno no controla, hasta ahora bloqueó legislación mediante la cual el Gobierno deseaba hacer lo correcto. Un ejemplo notorio es el del impuesto sobre servicios: un impuesto nacional sobre el valor agregado que aceleraría la integración del mercado interno de India.

Un gobierno adecuado

Un miembro del Parlamento -que no pertenecía ni al BJP ni al partido del Congreso- me comentó que el Gobierno estaba "por encima del promedio”. Cuando se compara con los gobiernos del último cuarto de siglo, parece adecuado.

Cuando el Gobierno llegó al poder, la economía estaba experimentando una rápida inflación de precios al consumidor y considerables déficits fiscales. Con la ayuda de la caída de los precios del petróleo, la inflación ha bajado del 10% en 2013 a menos del 6%. Se pronostica que el déficit fiscal del Gobierno descienda del 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2013-14 (de abril a marzo) al 3,5% el año próximo. La economía sólo creció 5,3% en 2012-2013. Se prevé que esto alcance el 7,5% en 2015-2016. La más reciente Encuesta Económica del Ministerio de Finanzas estima un crecimiento de entre 7% y 7,75% el año próximo, aunque con riesgos bajistas. Esto no sería extraordinario según los estándares de India; pero sí lo sería según los estándares del mundo.

El rendimiento, entonces, parece satisfactorio. Pero ¿lo seguirá siendo? Probablemente, sobre todo porque el banco central debiera ser capaz de recortar las tasas de interés durante los próximos meses a un nivel por debajo del actual 6,75%. Por otra parte, después de dos años mediocres, las lluvias del monzón venideras pudieran ser más copiosas. Sin embargo, el optimismo a corto plazo debe ser limitado: en primer lugar, las exportaciones, estancadas desde hace años, actualmente están decayendo; en segundo lugar, el crecimiento del crédito se desaceleró drásticamente; y, en tercer lugar, la inversión bruta se redujo del 39% del PIB en 2011-2012 al 34,2% en 2014-2015. Es de vital importancia que esto sea, al menos, estabilizado.

India pudiera sostener un crecimiento a mediano plazo en proporciones similares a las actuales. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), su PIB per cápita (en paridad de poder adquisitivo) es sólo el 11% de los niveles de EEUU, en contraposición con el 25% de China. Esto indica un amplio margen para un rápido crecimiento de recuperación. La economía también está razonablemente bien equilibrada. Es posible que no se produzca una transformación dramática: en ausencia de una crisis, eso nunca fue probable. Pero las mejoras están en camino. Éstas incluyen la inversión acelerada en infraestructura; una mayor apertura a la inversión extranjera directa; una gestión más eficaz; una consolidación y una recapitalización de los bancos del sector público; una normativa de bancarrota buena; la libertad para que los estados compitan en cuanto a políticas a favor del crecimiento; la prestación de asistencia pública por medio del sistema de números de identificación únicos; y, no menos importante, el impuesto sobre bienes y servicios (GST, por sus siglas en inglés).

Soluciones pendientes

Sin embargo, India no debe ser autocomplaciente. El país pasó de ser un socialismo con entrada restringida a un capitalismo sin salida: el cierre de empresas y el despido de trabajadores es extremadamente difícil. Este último punto representa una razón por la que los empleos en el sector privado organizado representan el 2% de la fuerza laboral. Los mercados de la tierra, del empleo y del capital están muy distorsionados. Un alto nivel de protección en la frontera restringe la capacidad de participar en las cadenas de valor globales. Los importantes mercados de productos no son competitivos. Incluso el sector de la tan aclamada tecnología de la información parece estar perdiendo su dinamismo. La calidad general de la educación es deficiente. En términos generales, todavía se necesita una enorme cantidad de cambio. Sin embargo, es bastante probable que la presión de una creciente clase media, al final, logre las reformas requeridas.

Tres peligros

Esto deja otros tres riesgos. Uno de ellos es el conflicto abierto, seguro con Pakistán. Este escenario es poco probable ahora. Otro riesgo es una depresión global. Pero una caída lo suficientemente grande como para descarrilar el crecimiento de una nación del tamaño y diversidad de India, con tal de que esté bien manejada, parece representar una moderada posibilidad.

El último riesgo se deriva de los elementos machistas e intolerantes del Tea Party del BJP. Los musulmanes representan el 14% de la población. Uno de los milagros de la realidad posterior a la independencia de India es la forma en la que personas divididas por religión, casta y opinión lograron vivir, democrática y en su mayoría pacíficamente, entre sí. Éste es un gran logro. Si dura, los políticos responsables deben recordar que rigen en nombre de todos los indios, incluyendo aquellos que no les gustan o con quienes no están de acuerdo. La tolerancia de las diferencias es importante en todas las democracias. En una democracia tan vasta y compleja como la de India, es verdaderamente vital.

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